Llega el momento de comprobar si dispongo de los elementos necesarios para la formación del agradable y nutritivo ritual cotidiano de la comida; hoy un día de verano, de esos sueltos, alargados y complacientes, decido que comeré : ensalada variada ( lechuga, cebolla, tomate, zanahoria pimiento verde y rojo, olivas, nueces y pasas) y tortilla de patatas con calabacín y pimiento. Compruebo que tengo todo lo que necesito, pero, ahhhg, los huevos están caducados de una semana, lo que me informa de forma somera que es un alimento que tengo algo descuidado. Total, tengo que deshacerme de ocho huevos, de forma rápida mi cerebro me dice, los que van en la caja entera de 6 los tiras todo junto (saltándome la selección de materiales) y los otros 2 restantes, para poder reciclar la huevera de cartón, los pones en una bolsa de plástico y los tiras a la basura, y obedientemente voy realizándolo, cojo la bolsa de plástico y con decisión dejó caer un huevo el cual estalla graciosamente al caer directamente al suelo (si, la bolsa estaba abierta por abajo, jejeje) ……….mi mano izquierda esta sujetando una bolsa de plástico y mi mano derecha está sujetando un huevo, suspendida en el aire…. Y todo lo demás está mirando un huevo roto en el suelo…….
Es un espectáculo absorbedor, lleno de colorido y perfección, pero sobre todo, de ver, de ver como algo que hace un instante tenía una forma externa, la cual no nos permitía ver su interior y en cambio ahora la forma se transforma dejando a la vista su interior; me siento fascinada y me doy cuenta de que es un huevo, un huevo que me está llevando a viajar por lugares mágicos, un huevo que me acaricia profundamente y me cuenta de nuestra semejanza en el transitar por la vida, un huevo, una célula, que está conectando con mi mundo celular, dialogando sin yo entender de forma racional, más si siento algo parecido a agradecimiento, un agradecimiento lleno de alegría por nuestro reconocimiento .
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Nota - La tortilla quedó buenííííísima
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