El Dominio de sí mismo




Émile Coué (1857-1926) fue un psicólogo y farmacólogo francés




Émile Coué (1857-1926) fue un psicólogo y farmacólogo francés. Introdujo un método conocido como la psicoterapia, que es una técnica de curación y automejoría que se basa en la autosugestión de la hipnosis. Se le conoce como el padre del condicionamiento aplicado. Coué aprendió acerca de la hipnosis por Ambroise-Auguste Liébault, el fundador de la Escuela de Nancy. En 1913 Coué fundó la Sociedad de Psicología Aplicada de Lorraine. Introdujo un nuevo método, el auto-comienzo de la autosugestión consciente, del cual escribió un libro. Modificó la teoría de Abbé Faria proponiendo que para que la autosugestión fluyera de la mente, uno tenía que alimentarla primero: repitiendo palabras o imágenes como autosugestión para la mente subconsciente, uno puede condicionar su mente. Después, la mente condicionada, es capaz de producir un comando autogenerado cuando la situación lo requiera. Su muy conocido mantra,

“Día tras día, en todos los aspectos, me va mejor y mejor”


es conocido como Couéismo, o el método de Coué, y depende en gran parte de la repetición de la fórmula.

PRÓLOGO


El Doctor Coué, continúa las experiencias de Nancy, en Nancy precisamente, allí en donde de Charcot1, la humanidad recibiera la revelación de la época: no es la razón la que determina nuestros actos, sino, que hay algo otro en nosotros: Lo INCONSCIENTE.

El Dr. Coué trabaja también en Troyes y en otras latitudes no sólo de su país; Francia, sino en américa y otros destinos de Europa, como reconfirmando la época y la experiencia de la que Sigmund Freud, obtuviera su obra al llevar por cauces insospechados las postrimerías de lo que él llamara pulsión. Y precisamente, por la misma época. Coué, presenta, sin proponérselo, las relaciones entre el deseo, y su realización, así como entre el deseo y la necesidad, enseñándonos cómo, por nosotros mismos obtener el bienestar del que somos capaces. o, en su defecto, el sufrimiento, rostro de la vida del que hemos dado prueba de también poder construir.

Coué, opone, no sin experiencia, al malestar, algo que es muy importante, pienso yo, un dar cuenta de ese “impedirse” sufrir, al sustituir las órdenes sugeridas a lo inconsciente, por unas nuevas que procuren cumplir con nuestra obligación fundamental, y derecho, por lo tanto, “vivir” y “vivir bien”.

Es curioso, y sorprendente notar que; al igual que no terminamos de acostumbrarnos a la muerte, no obstante, fundar, crear la vida, sobre la creencia que respecto de esta inventemos, tampoco nosotros terminamos de acostumbrarnos y de entender, cómo el cuerpo al darle su dueño, y creador: nosotros, una orden, responde, inmediatamente.

Al presentar, esta tal y sorprendente experiencia, el Dr. Coué, nos confronta con, lo que, para justificar nuestra pesadez, denominamos incapacidades o incompetencias, nuestras. No hay tal, nos enseña Coué, no hay discapacidad o incompetencia, hay sólo un NO que su dueño no logra decirle a un cuerpo, que no obstante habitarlo, nos es des-conocido.

Ese cuerpo, creado no sin compleja sencillez, no obstante, no sólo responde, sino que requiere, irremediablemente de ese, “NO”. Requiere tanto, de este “NO” como los chiquillos requieren del saberse deseados por sus padres y de conocer de éstos sus expectativas sobre ellos.

El deseo, está unido a una renuncia. Así mismo como el que los padres logren, claramente enunciar sus expectativas, sobre los hijos, requiere de su parte, asumir su falta, renunciar a ambiciones ilusorias y encontrar sus límites

Al enunciar, los padres, lo que desean que sus hijos logren, lo que enuncian es su propio deseo. Es decir, su falta; su límite, su imposibilidad. Deseamos lo que no hemos logrado. Los padres desean en su hijo lo que a ellos les falta. Quizá por ello, se hace tan sobreentendido, para los adultos, el que sus hijos sepan qué es lo que ellos esperan de éstos.

La palabra vence lo que la insistencia no alcanza. Se requiere de la palabra. Lo inconsciente es un mecanismo hecho de palabras. Y como tal, una estructura lenguajera, en la que, ciertos personajes, en determinada posición, funcionan.

El padre. Ese padre deseante de que su hijo viva; funda un lugar para su hijo; un lugar simbólico en el que éste finalmente habita. En su función, el padre, posibilita así que el pequeño pueda separarse del pecho de mamá, y recurra a sus propios recursos, recursos siempre y aunque desconocidos; humanos, recursos para ganarse la vida.

Nos enseña el Dr. Coué que, ganarse la vida es aprender a vivir, a vivir bien.

¿Cómo?

Reconociendo el deseo que nos habita, asumiéndolo y llevándolo a cabo. Éste deseo no perdona, insiste a manera de síntomas generadores de sufrimiento, hasta ser escuchado, hasta que cada uno tome; como decimos nosotros, los de habla castellana, “la sartén por el mango”. Hasta que se tome la vida, desde el deseo que nos habita.

El Dr. Coué nos lleva por estos caminos, del hacer uso del servicio que nos presta ese mecanismo lenguajero: Lo inconsciente. A la vez el Dr., Coué, nos hace revivir épocas que muchos de ustedes, y tampoco mi generación vivió, pero de las que algún eco, rumor, nos queda, aquí, reconoceremos esos rumores, de los que no hay duda, hasta estos lares hispánicos llegaron. Mis abuelos decían, por ejemplo: “Querer es poder”, pero si no puedo abuelito, decía esta chica, y el viejo Justo Lorenzo Zapata, respondía, entonces es que no quieres, hija. Y yo no entendía.

Les deseo muchos logros y encuentros en el deseo.

Margarita Mosquera Zapata - traductora


CONFERENCIA 1

El dominio de sí mismo

La sugestión o más bien la autosugestión es un tema reciente pero tan antiguo como el mundo. Es un tema nuevo en el sentido en que, hasta el presente, ha sido mal estudiado y, por consecuencia, mal conocido; es antiguo porque data desde que apareció el hombre sobre la tierra.

En efecto, la autosugestión es un instrumento que poseemos al nacer, y este instrumento o, mejor esta fuerza, está dotada de una inaudita e incalculable potencia, tal que, según las circunstancias, produce los mejores o los peores efectos.

El conocer sobre esta fuerza no sólo es útil para cada uno de nosotros en general, sino y en particular, es indispensable para los médicos, los magistrados, los abogados, los educadores de jóvenes, los padres de familia, etc.

Cuando se la pone en práctica de manera consciente, se evita, en principio, provocar en los otros autosugestiones que, por nocivas, pueden traer por consecuencia desastres. Y, por otra parte, puede con el uso consciente de la misma, provocar bienes que traigan la salud física a los enfermos, la salud moral a los neuróticos (víctimas inconscientes de autosugestiones anteriores), y sobre todo a personas que tienen tendencia a mezclarse con lo desagradable.

El ser consciente y el ser inconsciente

Para comprender los fenómenos de la sugestión o, para hablar más precisamente, de la autosugestión, es necesario saber que existen, en nosotros, dos individuos absolutamente distintos el uno del otro. Los dos son inteligentes, pero, mientras que el uno es consciente, el otro es inconsciente.

Ese estado de “inconsciente” es la razón por la cual, la existencia de este ser, pasa, generalmente desapercibida.

Es fácil de constatar, no obstante, esta existencia, por poco que se tome uno la pena de examinar ciertos fenómenos y de reflexionar en ellos algunos momentos.

He aquí algunos ejemplos:

Todo el mundo conoce el sonambulismo, sabemos que un sonámbulo se levanta en la noche, sin despertarse; que sale de su habitación luego de vestirse, o no, desciende las escaleras, atraviesa corredores y que, luego de ejecutar ciertos actos o terminar cierto trabajo, retorna a su habitación, se vuelve a acostar, y muestra, a la mañana, la mayor sorpresa al encontrar terminado un trabajo que había dejado inacabado, la víspera. No sabe que fue él quien lo hizo. ¿A cuál él se preguntará, sorprendido, atribuir su trabajo terminado? ¿A qué fuerza obedece su cuerpo sino a una fuerza inconsciente, a su ser inconsciente?

Consideremos ahora, si ustedes quieren, el caso muy frecuente, de un alcohólico atacado de “delirium tremens”. Como tomado por un acceso de demencia, se hace a cualquier arma (cuchillo, martillo, hacha) y golpea furiosamente a aquellos que tienen el infortunio de estar a su alrededor. Cuando el acceso termina, el hombre recobra el sentido, contempla con horror la masacre que se ofrece a su vista, ignorante de que él mismo es el autor. ¿Acaso, no es el inconsciente quien ha ordenado este malestar?

Si comparamos el ser consciente con el ser inconsciente, constatamos que, mientras que el consciente está dotado de una memoria no muy fiel, el inconsciente, al contrario, está provisto de una excelente e impecable memoria, grava, a nuestro pesar, los más mínimos acontecimientos, los más mínimos hechos de nuestra existencia.

Además, es crédulo y acepta, sin razonar, lo que se le dice. Y, como es quien preside el funcionamiento de todos nuestros órganos, por intermedio del cerebro, se produce el hecho de que, -cosa que usted encontrará paradójica-, tal o cual órgano funcione bien o mal o, de sentir tal o cual impresión que, determina nuestro quehacer diario.

Lo inconsciente, no sólo, preside, las funciones de nuestro organismo sino también, el cumplimiento de todas nuestras acciones, sean cuales sean éstas.

Lo que llamamos “imaginación” y que, contrariamente a lo que es admitido, nos hace siempre trabajar, incluso contra nuestra voluntad cuando hay antagonismo entre estas dos fueras, es lo inconsciente.

Voluntad e imaginación

Si abrimos un diccionario y buscamos el significado del término voluntad, encontraremos esta definición: “Facultad de libre determinación de nuestros actos”.

Aceptamos esta definición como verdadera, e intachable. Ahora bien, nada es más falso, y esta voluntad, que reivindicamos tan orgullosamente, cede siempre el paso a la imaginación. Esta es una ley absoluta es decir que, no sufre excepción alguna.

“! ¡Blasfemia! ¡Paradoja!” Opondrá, usted.

“En lo absoluto. Verdad, pura verdad”, les respondo yo.

Y para convencerlo, abra los ojos, mire a su alrededor, y sepa comprender lo que ve.

Usted se da cuenta entonces que lo que le digo no es una teoría fundada por un cerebro enfermo, sino la simple expresión de lo que es.

Supongamos que colocamos al sol una plancha de 10 metros de largo por 25 metros de ancho: es evidente que todo el mundo será capaz de ir de uno a otro lado de esta plancha sin tropezarse.

Cambiemos las condiciones del experimento y supongamos que esta plancha está ubicada a la altura de las torres de una catedral: ¿Quién es entonces, capaz de avanzar por lo menos un metro sobre tan estrecho camino? ¿Usted quien, me escucha? No. Sin duda. Usted no daría dos pasos sin temblar: y que, a pesar de todos sus esfuerzos de voluntad, caería infaliblemente al suelo.

¿Por qué entonces, si la plancha está en el suelo, por qué no caería usted? Y, ¿Por qué sí caería cuando está puesta en lo alto? Simplemente porque, en el primer caso usted se imagina que es fácil ir hasta el otro extremo de la plancha, mientras que, en el segundo, usted se imagina que usted no puede. Usted pudo querer avanzar, pero, si imagina que usted no puede, queda en la imposibilidad absoluta de hacerlo.

Si los obreros, carpinteros, son capaces de realizar tal acción, es porque ellos imaginan que pueden.
El vértigo no tiene otra causa que, la imagen de caer que nos hacemos; esta imagen se transforma inmediatamente en acto, a pesar de todos nuestros esfuerzos de voluntad. Estas imágenes inconscientes son tanto más rápidas que la intensidad de nuestros esfuerzos.

Consideremos una persona afectada de insomnio. Si no hace esfuerzos por dormir se quedará tranquila en su lecho. Si, por el contrario, quiere dormir, a mayor esfuerzo mayor agite, menos se duerme.

¿No se ha dado cuenta que, cuando cree haber olvidado un nombre más se le escapa éste, al tratar de recordarlo, mientras que, al sustituir en su mente, tal idea, por esta otra: “ya me acordaré”, el nombre aparece sin el menor esfuerzo?

Aquellos que hacen bicicleta se acuerdan de sus primeros intentos. Iban por la calle y ante el temor de caer, se agarraban del volante, de un momento a otro, notaban en medio del camino un caballo o un simple guijarro, buscaban evitar el obstáculo, pero mientras más esfuerzos hacían por evitarlo, más directamente iban hacia él.

¿Quién no tuvo esa risa loca, ese reír que mientras más esfuerzos se hace por evitarlo, más violento es? ¿Cuál era el pensamiento de cada uno en tales diferentes circunstancias?

“quiero no caerme”,
“quiero encontrar el nombre de madame Cosa, pero no puedo”,
“Quiero evitar el obstáculo, pero no puedo”,
“Quiero contener la risa, pero no puedo”.

Como se ve, en cada uno de estos conflictos, es siempre la imaginación que domina sobre la voluntad y, sin excepción. En el mismo orden de ideas, ¿acaso no sabemos que un jefe de tropa que se precipita hacia delante, a la cabeza del grupo, entrena a su tropa a estar siempre después de él, mientras que si grita: “¿Sálvese quien pueda”, determina casi fatalmente el fracaso? ¿Por qué? En el primer caso, la tropa se imagina que ellos deben caminar hacia delante, a la cabeza de sus tropas, mientras que; en el segundo, se imaginan que ellos están vencidos y que es preciso huir para escapar de la muerte.

Panurge, no ignoraba el contagio del ejemplo, es decir, la acción de la imaginación, cuando, para vengarse de un negociante con el que navegaba, le compró el mejor cordero y se lo tiró al mar, tal que, los demás corderos, lo siguieron, sin que le quedase al enemigo, ninguno.

Nosotros, los humanos, nos parecemos más o menos a los corderos y, a pesar de nosotros, seguimos irresistiblemente el ejemplo de otro, imaginando que no podemos hacer de otro modo.

Podría citar muchos ejemplos, pero creo que tal enumeración es innecesaria. No pasaré en silencio, no obstante, el hecho de la enorme potencia que presenta la imaginación, dicho de otra manera, la potencia del inconsciente en la lucha contra la voluntad.

Hay bebedores que desearían dejar de beber, pero que no pueden impedírselo a sí mismos.

Interróguelos, le responderán, con toda sinceridad, que quisieran estar sobrios, que la bebida los desgasta, pero que son, irresistiblemente impulsados a beber, a pesar de su voluntad, a pesar del mal que saben, les hará...

Incluso ciertos criminales hacen sus fechorías a pesar de ellos, y cuando se les pregunta por qué, ellos responden:” Yo no pude impedírmelo, eso era más poderoso, era más fuerte que yo”.

Y el bebedor y el criminal, dicen la verdad: están formados para hacer lo que hacen, por la sola razón de que ellos imaginan que no pueden no hacerlo.

Así pues, nosotros que estamos tan orgullosos de nuestra voluntad, nosotros que nos creemos tan libres en lo que hacemos, no somos sino unos pobres fantoches de los que la imaginación tiene los hilos. No cesamos de ser esos fantoches sino cuando hemos aprendido a conducir la imaginación.

Sugestión y Autosugestión

Después de lo anterior, podemos asemejar la imaginación a un torrente que entraña, finalmente, malestar y que, se le ha dejado caer, a pesar de nuestra voluntad de cruzar el río. Ese torrente, parece indomeñable; mientras que, si usted sabe cómo tomarlo, usted volteará su curso, lo conducirá hasta la fábrica, y allí, lo transformará en fuerza, en movimiento, en calor, en electricidad. Si esta comparación no les parece suficiente, asemejemos entonces la imaginación (la loca de la casa, como se la llama) a un caballo salvaje que no tiene ni guía ni frenos. ¿Qué puede hacer el jinete que lo monta, si no, dejarse llevar a donde al caballo le plazca conducirlo? Y siguiendo, entonces, si éste se encabrita, es en la fosa donde detiene su carrera. ¿Que el jinete acaba de poner frenos a su caballo, y que los roles han cambiado? No es el caballo quien va a donde él quiere, es el jinete quien se hace seguir por su caballo por la ruta que desea.

Ahora que estamos captando la enorme fuerza del ser inconsciente o imaginativo, voy a mostrarles que este ser, considerado como indomable, puede también domarse, tan fácilmente como a un torrente, o a un caballo salvaje. Pero antes de ir más lejos, es necesario definir, cuidadosamente dos palabras que empleamos con frecuencia, sin saber a ciencia cierta lo que significan. Estas palabras son:
Sugestión y autosugestión

¿Qué es entonces la sugestión?

Se puede definir como “la acción de imponer una idea al cerebro de una persona”.

¿Realmente existe esta acción? Propiamente hablando, no. La sugestión no existe por sí misma, en efecto; ella no existe y no puede existir sino a condición sine qua non de transformarse en un sujeto en autosugestión.

Y esta palabra, la autosugestión, la definimos como:

“La implantación de una idea en sí mismo por sí mismo”.








Usted puede sugerir algo a alguien: si lo inconsciente de este último no acepta tal sugestión, si no la digiere, por así decir, a fin de transformarla en autosugestión, ella no produce efecto alguno.

Algunas veces se me ha ocurrido sugerir algo banal a sujetos de ordinario obedientes, y ver mi sugestión fallar. La razón de esto es que lo inconsciente de tales sujetos ha rehusado aceptar mi sugerencia, y no la transforma en autosugestión.

Empleo de la autosugestión

Vuelvo al lugar en donde decía que podemos domar y conducir nuestra imaginación tal y como se conduce un torrente o se doma un caballo. Basta para ello, en principio saber que esto es posible (lo que casi todo el mundo ignora), y luego, conocer el modo de cómo hacerlo posible. Y bien, este modo es muy simple: es aquel que, sin querer, sin saberlo, de una forma absolutamente inconsciente de nuestra parte, empleamos mal y, a causa, frecuentemente de nuestra mamá. Este modo es la autosugestión.

Mientras que si habitualmente, uno se auto sugiere inconscientemente, basta auto sugerirse conscientemente, y el procedimiento consiste en esto:

––Primero, pensar con su razón la cosa que debe ser el objeto de la autosugestión y,

––Segundo; según que se responda sí o no, repetirse muchas veces, sin pensar en otra cosa

“Esto será” o, “Esto pasa”, “Esto ocurre”, etc.




Y, si lo inconsciente acepta esta sugestión, si él se auto-sugiere, se verán realizar las cosas, que se desean, punto por punto.

Así entendida, la autosugestión no es otra cosa que el hipnotismo tal como lo entiendo, y como lo defino por la simple autosugestión consciente. Sé que, generalmente, uno pasa por loco a los ojos del mundo cuando osa emitir ideas a las que la mayoría de los seres no están habituados a entender.

En Palabras: es la influencia de la imaginación sobre el ser moral y el ser físico del hombre, esta acción es innegable, y sin volver a los ejemplos precedentes, citaré algunos otros.

Si usted se persuade a usted mismo que usted puede hacer una cualquier cosa, manteniendo que ella sea posible, usted la hará, por difícil que ella pueda ser. Si, al contrario, usted se imagina que no puede hacer la cosa más simple del mundo, le será imposible hacerla y los obstáculos le parecerán montañas infranqueables.

Tal es el caso de los neurasténicos que, se creen incapaces del menor esfuerzo, se encuentran frecuentemente, en la imposibilidad de hacer algo sin sentir extrema fatiga. Y estos mismos neurasténicos, cuando hacen esfuerzos para salir de su tristeza se hunden cada vez más, parecen infelices que se derrumban y que se hunden tanto más, cuantos más esfuerzos hacen por salvarse.

No es sino pensar que un dolor se va para sentir que en efecto este dolor poco a poco desaparece e, inversamente, basta con pensar que uno sufre para sentir inmediatamente el sufrimiento que llega.

Conozco ciertas personas que predicen, en ciertas circunstancias, que ellas tendrán migraña tal o cual día y en efecto, el día predicho, en las circunstancias dadas, ellas lo sienten. Ellas mismas se dan el dolor, así como otros, o ellos mismos si desean, se curan.

Y bien, a riesgo de pasar por loco, diré que, si muchas personas están enfermas moral y físicamente, es porque ellas se imaginan estar enfermas, sea moral, sea físicamente; si algunas personas están paralíticas, sin que haya lesión alguna en ellas, es porque ellas se imaginan estar paralizadas, y es en estas personas en quienes se producen extraordinarias curaciones.

Si algunos son felices o infelices, es porque ellos se imaginan estar felices o infelices, pues, dos personas, ubicadas exactamente en las mismas condiciones, pueden encontrarse, la una; perfectamente, y la otra absolutamente mal.

La depresión, el tartamudeo, las fobias, la cleptomanía, algunas parálisis, etc., no son otra cosa que el resultado de la acción del inconsciente sobre el ser físico o moral. Pero, si nuestro inconsciente es la fuente de muchos de nuestros males, puede también traer consigo la curación de nuestras afecciones morales y físicas. Puede, no solamente, reparar el mal que ha hecho, sino incluso curar las enfermedades reales, tan grande es su acción sobre nuestro organismo.

Enciérrese en una habitación, siéntese en una silla, cierre los ojos para evitar toda distracción, y piense únicamente durante algunos instantes:

“Tal cosa está desapareciendo “y” Tal otra va a suceder”.




Si usted, realmente se autosugestionó, es decir, si su inconsciente hizo suya la idea que usted le ofreció, entonces, usted quedará sorprendido al ver producir tal cosa que usted pensó. Es de anotar que lo propio de las ideas auto sugeridas es existir, en nosotros, a nuestras expensas y, el nosotros no saber de ellas sino, por los efectos que producen. Pero, sobre todo, y esta recomendación es esencial, la voluntad no interviene en la práctica de la autosugestión; pues, si ella no está de acuerdo con la imaginación, es decir, si uno piensa, por ejemplo: “Quiero que tal o tal cosa se produzca”, y la imaginación dice “tú lo quieres, pero eso no es posible”, no solamente no se obtiene lo que uno quiere, sino incluso se obtiene exactamente lo contrario.

Esta observación es capital, y ella explica el por qué los resultados son tan poco satisfactorios cuando, en el tratamiento de las afecciones morales, uno se esfuerza en hacer la reeducación de la voluntad. Es en la educación de la imaginación que es preciso atarearse, y es gracias a este matiz, que mi método ha tenido éxito, allí, donde otros, y no de los menos, han fracasado.

De numerosas experiencias que he hecho diariamente, desde hace veinte años y que he observado con minucioso cuidado, pude sacar las conclusiones siguientes y que resumo en forma de leyes:

––Cuando la voluntad y la imaginación están en lucha, es siempre la imaginación la que gana sin excepción alguna.

––En el conflicto entre la voluntad y la imaginación la fuerza de la imaginación es en razón directa el cuadrado de la voluntad.

––Cuando la voluntad y la imaginación están de acuerdo, la una no se añade a la otra sino que, la una se multiplica por la otra.

––La imaginación puede ser conducida.

Las expresiones “en razón directa el cuadrado de la voluntad” y “se multiplican” no son rigurosamente exactas. Es simplemente una imagen destinada a hacer comprender mi pensamiento.

Por lo que acaba de ser dicho, parecería que nadie debería nunca estar enfermo. Esto es verdad. Toda enfermedad, casi sin excepción, puede ceder ante la autosugestión, por atrevido e inverosímil que pueda parecer mi afirmación; no digo cede siempre, pero digo, puede ceder, que es diferente.

Para llevar a la gente a practicar la autosugestión consciente, es preciso enseñar cómo hacerlo, y se hace así como se aprende a leer y a escribir, o como se enseña la música, etc.


La autosugestión es, como lo dije antes, un instrumento que traemos con nosotros al nacer y con el cual jugamos inconscientemente toda nuestra vida, así como un bebé juega con un sonajero. Pero, es un instrumento peligroso, puede herirnos, matar incluso, si usted lo usa de manera imprudente e, inconscientemente. Lo salvará, por el contrario, cuando usted sabe emplearlo de manera consciente. Puede decirse de él, lo que Esopo decía del lenguaje:

“Es lo mejor y, al mismo tiempo, la peor cosa del mundo”

Les voy a explicar ahora, cómo puede uno hacer para que “todo el mundo” sienta la acción bienhechora de la autosugestión aplicada de una forma consciente.


Al decir, “todo el mundo”, exagero un poco pues, hay dos clases de personas en quienes es difícil provocar autosugestión consciente:

––Los retrasados que no son capaces de comprender lo que se les dice, y

––las gentes que no consiguen aprender

Manera de proceder de un sujeto para aprender el tema para autosugestionarse

El principio del método se resume en algunas palabras:

No se puede pensar sino una cosa a la vez, es decir que, dos ideas pueden yuxtaponerse, pero no superponerse en nuestro pensamiento.

La primera idea que ocupa nuestro pensamiento, se cumple; pues tiene la tendencia a transformarse en acto.

Entonces, si usted llega a pensar de un enfermo que su sufrimiento desaparecerá, la enfermedad desaparecerá; si usted piensa que un cleptómano no volverá a equivocarse no lo hará más, etc.

Manera de proceder para hacer que la sugestión sea curativa

Cualquiera que pueda ser la afección del sujeto, física o moral, es preciso proceder siempre de la misma manera y pronunciar las mismas palabras con algunas variantes, según los casos.

Diga al sujeto “Siéntese y cierre los ojos.”

No trate de hacerlo dormir, es inútil.

“Le ruego cerrar, simplemente, los ojos para que su atención no se distraiga en objetos que llegan a su campo visual”.
Diga ahora que:

“todas las palabras que le voy a pronunciar van a fijarse, imprimirse, gravarse, incrustarse, en su cerebro. Es preciso que ellas queden fijadas, impresas, incrustadas. Incluso si usted no quiere, o no sabe cómo, quedarán fijadas, de una forma totalmente inconsciente de su parte, su organismo y usted mismo deberán obedecer.”

Le digo en principio que,

“todos los días, tres veces por día: a la mañana, a la tarde, a la noche; a la hora de las comidas, usted tendrá hambre, y se dirá: “comeré placenteramente” y en efecto, usted comerá con placer. Tendrá cuidado en masticar, lentamente, sus alimentos tal que, los transforme en una especie de pasta blanda que, usted digerirá. En estas condiciones usted digerirá bien y no sentirá dolor alguno. La asimilación se hará bien y su organismo preferirá sus alimentos para hacer sangre, músculo, fuerza, energía, en una palabra; vida.

Puesto que usted ha digerido bien, la función intestinal se cumplirá normalmente y todas las mañanas, al levantarse experimentará la necesidad de evacuar y, sin tener necesidad de utilizar medicamento alguno, sin recurrir a artificio alguno usted
obtendrá un resultado satisfactorio.”
Además,

“todas las noches, a partir del momento en que desee ir a dormirse hasta el momento en que desee despertarse a la mañana siguiente, dormirá con un sueño profundo, calmo, tranquilo, durante el cual no tendrá pesadillas, sueño al salir del cual, usted portará completa disposición de ánimo.
De otra parte, a partir de ahora, si le llega el estar triste, derrumbado, fatigado, enojado, no será más así, y en lugar de estar triste, derrumbado, fatigado enojado, usted estará, alegre, es posible estar alegre, sin razón alguna, alegre incluso, así mismo como le llegaba estar triste sin razón alguna: le diré más; incluso aun teniendo verdaderas razones, razones reales, para estar aburrido y afligido, usted no lo estará.

Si le llegan momentos de impaciencia, cólera, usted no hará tales movimientos, no los tendrá más; por el contrario, estará siempre paciente, siempre dueño de usted mismo y las cosas que le enojan, se tornarán para usted, indiferentes y entrará en calma, mucha calma. Si alguna vez es asaltado por el odio, seguido de ideas malsanas, temores, terrores, fobias, tentaciones, amarguras; yo deseo que todo eso frente a los ojos de su imaginación y poco a poco, se aleje de usted, y que eso parezca fundirse, perderse como en una nube lejana en la que todo debe terminar desapareciendo, completamente; como al despertar, se evapora un sueño.

Deseo que todos sus órganos funcionen bien: el corazón late normalmente, la circulación sanguínea se efectúa como ella debe efectuarse, los pulmones funcionan bien, el estómago, el intestino, el hígado, la vesícula biliar, los riñones, la vejiga, cumplen normalmente sus funciones.
Si alguno entre ellos funciona de forma anómala, esta anomalía desaparece día a día, tal que, en poco tiempo, habrá desaparecido completamente, y este órgano habrá retomado su función normal. Además, si existe alguna lesión en alguno de ellos, estas lesiones se cicatrizan día a día, y ellas estarán rápidamente curadas.”

Para tal propósito, debo decir que; no es necesario saber qué órgano está enfermo para curarlo. Bajo la influencia de la autosugestión:

“todos los días, bajo todos los puntos de vista, voy de mejor en mejor”.

El inconsciente ejerce su acción sobre ese órgano, órgano que él mismo sabe discernir muy bien. Agrego incluso esto, y es una cosa muy importante:

“Si hasta el presente, usted ha experimentado frente a usted mismo una cierta desconfianza, le digo que esa desconfianza desaparecerá poco a poco, dejando en su lugar, al contrario, confianza en usted mismo, basada en esta fuerza de un incalculable poder, que está en cada uno de nosotros.”

Esta confianza es una cosa absolutamente indispensable en todo ser humano. Sin confianza en sí, no se llega a nada, con confianza en sí, se puede lograr todo (en el dominio de las cosas razonables, por supuesto).

Usted toma confianza, en usted y, entonces, la confianza le da la certeza de que usted es capaz de hacer, no sólo bien, sino, muy bien, todas las cosas que desee hacer, con la condición de que sean razonables, todas esas cosas, tanto como es razonable, su deber de hacerlas. Entonces, cuando usted decida hacer algo, razonable, cuando tenga que hacer una cosa que es su deber hacerla, piense siempre que esa cosa es fácil.

Que las palabras: “difícil”, “imposible”, “yo no puedo”, “es más fuerte que yo”, “no puedo impedirme tal o cual cosas...”; desaparezcan de su vocabulario, ellas no son castellano. Lo que sí es castellano es, O, lo que sí está en su lengua maternal, o en la lengua en a diario se exprese, 

“es fácil, yo puedo”.

Si usted considera la cosa, como fácil, ella se le tornará fácil, mientras que a los otros les seguirá pareciendo difícil, y estas cosas usted las hace rápido, usted las hace bien, usted las hace sin fatiga porque las hace sin esfuerzo.

Mientras que, si usted las hubiera considerado difícil, o imposible, estas se le tornarán difíciles, simplemente porque usted la consideró así”.

A estas sugestiones generales que parecerán quizá un poco largas e incluso, algunas de ellas, infantiles, pero, no obstante, necesarias, es preciso agregar aquellas que se aplican al caso particular del sujeto que usted tiene entre sus manos.

Todas estas sugestiones deben ser hechas en un tono monótono y arrullador (acentuando las palabras esenciales) que invite al sujeto, si no, a dormir, al menos a quedarse en quietud, a no pensar en nada. Cuando la serie de sugestiones haya terminado, uno se dirige al sujeto, con alegría (aunque sin emoción, no obstante), en estos términos:


“En suma, espero que, desde todos los puntos de vista, tanto desde el punto de vista físico como moral, usted goce de excelente salud, de una salud mejor que aquella de la que usted ha gozado hasta ahora. Ahora contaré hasta tres y cuando yo diga tres, usted abrirá los ojos y saldrá del estado en que usted estaba, y saldrá tranquilamente, al salir no tendrá la más mínima fatiga, ni aburrición. Por el contrario, se sentirá, fuerte, vigoroso, alerta, dispuesto, pleno de vida, además, estará alegre, muy alegre y dominando todos sus asuntos.
UNO, DOS, TRES”

A la palabra TRES, el sujeto abre los ojos y sonriendo, siempre con una expresión, en su rostro, de contento y bienestar. Una vez este pequeño discurso haya terminado, usted agregará lo que sigue:

Cómo practicar la autosugestión consciente

Todas las mañanas al despertar y todas las tardes al dormir, cierre los ojos y, sin buscar fijar su atención sobre lo que se le dice, pronuncie con los labios, bastante alto para escuchar sus propias palabras y, contando con un lazo provisto de 20 nudos, la siguiente frase:

“Todos los días, bajo todo punto de vista, voy mejor, mejor y mejor”

Las palabras “bajo todos los puntos de vista” se dirigen a “todo”, es inútil hacer sugestiones particulares. Esta sugestión, de la manera más simple posible, incluso infantil y maquinal, y por consecuencia, sin el menor esfuerzo; es más efectiva. En una palabra, la fórmula debe ser repetida con el tono empleado, para recitar las letanías. De esta forma, se llega a hacer penetrar mecánicamente, en el inconsciente, por el oído este mensaje y cuando este mensaje, haya penetrado; irremediablemente, actúa.

Seguir toda la vida este método es, a la vez, preventivo y curativo.

Además, cada vez que, en el transcurso de la jornada o de la noche, se sienta un sufrimiento físico o moral, afirmarse inmediatamente, en sí mismo, que uno va a hacerlo desaparecer, luego, aislarse, tanto como sea posible, cerrar los ojos, y, pasando la mano sobre la frente, si se trata de algo moral o, sobre la parte adolorida, si se trata de algo físico, repetir rápidamente con los labios, las palabras “pasa, pasa, etc., etc.,” tanto tiempo como sea necesario. Con un poco de práctica se llega a hacer desaparecer el dolor moral o físico al cabo de 20 a 25 segundos.

Recomenzar cada vez que sea necesario

Es entonces fácil darse cuenta del rol del sugestionador.

No es un amo quien ordena, es un amigo, un guía, quien conduce paso a paso al enfermo, en su vía hacia la curación. Como todas estas sugestiones son dadas en interés del enfermo, el inconsciente de este último no demanda sino asimilarlas y transformarlas en autosugestión. Cuando esto está hecho, la curación se obtiene más o menos rápidamente.

La práctica de la autosugestión no reemplaza un tratamiento médico, pero es una ayuda preciosa tanto para el enfermo como para el médico.


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Sanar la Vida I del Dr. Jorge Carvajal Posada









Hoy vamos a empezar hablando de la cordialidad.

Obviamente que de la cordialidad es poco lo que se puede hablar ya que es una palabra sagrada, es la clave de la apertura amorosa. La apertura amorosa es la clave de la amistad, de la amabilidad, de la cordialidad, del amor y de las relaciones humanas. Todo comienza ahí, cordialidad viene de corazón. Cuando tú partes del corazón en la relación humana estás partiendo de tu cordialidad y estás eliminando todas las barreras, todas las fronteras, todos los juicios, todos los prejuicios, todas las intolerancias y estás en el mínimo común denominador de tu humanidad.

La humanidad comienza donde se expresa la cordialidad. La cordialidad está antes de la buena voluntad, antes de la igualdad, de la fraternidad, de la libertad, de los derechos humanos, de la hermandad. La cordialidad es la única forma a través de la cual nosotros podemos entrar en comunicación, si no hay cordialidad no hay empatía, no hay simpatía, no hay comunicación.

Así que ahora vamos a empezar el seminario tomándonos de las manos, conectándonos con el corazón. Cordal y cordial son aquellas cosas que vienen del corazón. Cerramos los ojos unos instantes, nos conectamos al interior de nuestro corazón, llevamos a nuestro corazón una imagen vivida, que evoque pasión, que evoque amor, que nos conmueva, puede ser un atardecer en el mar, la mirada amorosa de la compañera o el compañero, Dios, esa imagen que realmente nos conmueva profundamente desde el corazón. Sentimos la imagen ya no como una visión sino como un fuego interior. Dejamos que esa llama arda, que penetre todo nuestro cuerpo, dé calidez a nuestra piel y concentramos ese fuego interior en nuestras manos. Ahora sentimos que podemos desplazar toda esa cualidad, todo ese calor de nuestro corazón que llamamos cordialidad a nuestras manos y vamos a compartir, la cordialidad surge cuando compartimos desde el corazón, dejemos que esa llama fluya hacia los demás, acojámosles desde nuestro corazón, allí desde siempre te conozco, desde siempre en el corazón te reconozco, aunque sea la primera vez que te veo, el corazón te reconoce porque tú eres parte de mí y yo soy parte de ti. Ahora me puedo mirar en tus ojos y reconocerme, ahora te puedes mirar en mis ojos y reconocerte. Ahora más allá de la piel y del cuerpo somos parte de un mismo fuego fundamental, de una sola llama, la llama de nuestra humanidad. Vamos a compartir esta humanidad, nos levantamos un segundo, nos damos un abrazo, un abrazo que venga desde el alma, que nazca desde nuestro corazón y circulamos cinco minutos, solamente cinco minutos por el salón y abrazamos a quien nos provoque abrazar.

Observamos la vida, compuesta por caras: lo blanco, lo negro, la luz, la sombra, lo celeste, lo terrestre. Pero esas caras no son opuestas, esas caras son las de la complementariedad. Este universo es un universo de reciprocidades. Surgimos a la vida, nacemos a la vida cuando nacemos a la reciprocidad. Todo genuino amor es recíproco, aunque sea impersonal. Es el arte de dar y de recibir. Si tú no das y recibes en el mismo instante, eres incompleto, tú no estás amando. Si tú estás ahí para dar, pero te cierras al recibir no puedes tener cordialidad, no puedes tener ternura, no puedes abrir tu corazón.

Este mundo es un mundo de sensibilidad. La piel de la conciencia es sensibilidad. Conciencia es una piel del universo y su quinta esencia es sensibilidad. Todas las cosas reaccionan entre sí, todas las cosas se relacionan, resuenan. La música del universo es una música de resonancia y esa resonancia está hecha de comunicación, de intercomunicación. Y allí donde hay apertura hay comunicación. Siempre tenemos un mínimo común denominador para comunicarnos, desafortunadamente nos atrapamos en la trampa de las palabras y el lenguaje, pero antes de las palabras está tu mirada, antes de las palabras está tu sentir que es total, antes de las palabras está tu humanidad, está tu piel, está tu evolución, están todos los electrones que saltan y danzan desde tu cuerpo generando una armonía alrededor de ti y yo puedo captar esa armonía sin que tú digas una sola palabra. Lo importante es cómo me siento frente a ti, lo importante en la relación no es que digamos o dejemos de decir, sino cómo nos vamos a sentir.

Cuando se relacionen con alguien pregúntese antes que nada ¿Cómo lo hice sentir? No qué le dijeron, no hagan ninguna evaluación de ningún otro tipo, salvo desde el código del sentir. ¿Cómo hacen sentir a un niño?, ¿Cómo hacen sentir al abuelo? Es posible que sus discursos, aún sus discursos espirituales sean correctos desde el punto de vista del intelecto, es posible que la oración y la fórmula sea la correcta, es posible que sigan todas las recomendaciones del psiquiatra o del psicólogo, o todos los códigos de la ética, pero si no lo hacen sentir más humano, más íntegro y mejor, Uds. no están reivindicando su humanidad, no se están relacionando como seres humanos. Se están relacionando desde el pasado, como autómatas, desde las programaciones, desde las expectativas, pero no desde el presente.

La vida es un perpetuo abrazo. Podemos abrazar la vida o huir o atacar la vida. No existe otra opción. Cuando no estamos abrazando la vida, la estamos sufriendo, cuando no abrazamos la vida, nos estamos congelando. La vida es fuego, es fuego eléctrico, el fuego del amor. Es fuego magnético, es fuego de atracción. Es fuego de comunicación, es un permanente fuego. La vida es un viento que mueve el fuego y el fuego es el amor. Donde no hay amor estamos en pasado o en futuro, renunciamos al presente y cuando renunciamos al presente renunciamos a la vida.

La vida es un movimiento de meditación permanente. Alguien me pregunta ¿Qué es la meditación?, ¿Cuál es la fórmula de la meditación?, es muy simple: vivir. Porque cuando no estás meditando estás muriendo en términos humanos y cuando tú meditas aprendes. La ley de la vida es aprender. Cuando tú te sientes aprendiz eres humilde y si eres humilde tienes apertura amorosa y si tienes apertura amorosa tienes cordialidad y si tienes apertura amorosa más cordialidad tienes empatía, tienes simpatía, tienes resonancia, tienes comunicación fluida y tienes paz. Y no tienes paz porque conquistes la paz sino porque reconoces la paz que hay en ti. Todas las cosas estaban ahí: la paz, el amor, la libertad, la materia, la energía, la información, la conciencia, la perfección. No había que buscar la perfección, acuérdense. Ya éramos perfectos, así como éramos. El único problema es que, aunque las cosas estaban, éramos nosotros los que no estábamos. Cuando no somos humanos es porque no estamos en nosotros. Es porque hemos asumido un patrón de identidad falso, porque nos hemos negado nuestra sensibilidad, porque nos hemos negado a movernos interiormente, porque no hemos aceptado conmovernos. Es porque hemos ido al seminario para escuchar la voz del viento, pero no permitimos que el viento golpeara nuestra cara en las aceras que nos acercaban a esta sala y sintiéramos el placer del viento. Es tal vez porque sentimos que el día era muy feo, pero no comprendimos el lenguaje de los grises y el día está hermoso cuando es gris. Y el mar es más hermoso cuando está enojado y la lluvia fresca también es hermosa porque la lluvia ablanda la tierra, porque la lluvia permite el milagro de las semillas y el milagro de las germinaciones, sin la lluvia no existiría primavera.

La vida es como un fuego y ese fuego arde porque hay un leño, hay un leño maduro, hay un leño seco. Cuando Uds. prenden el leño y están frente a la chimenea, y están atentos, escuchan en ese fuego que se eleva la voz del viento y si abren los ojos y no ven el fuego van a encontrar la voz del viento que mueve los árboles, la voz del otoño y las hojas que caen también está ahí. Y cuando el fuego crece Uds. encuentran la lluvia que se acerca y cuando el madero explota Uds. encuentran el trueno que resuena, de tal manera que ahí en ese leño seco está un resumen de toda la naturaleza, de todos los elementos. Está la madurez de la tierra, la madurez del viento, del agua, de la tormenta, está el sol y la tierra fecundados en ese fuego y cuando Uds. ven en el fuego de la chimenea no sólo algo que los calienta sino un milagro que contiene todas las señales de la vida, entonces empiezan a conmoverse con el fuego y ya no necesitan que el fuego los queme para moverse. A veces nos movemos cuando la vida nos quema. No es necesario esperar a morir para que la vida nos queme, nos remuerda; no es necesario que la vida nos duela intensamente hasta la destrucción para que podamos despertar. Despertar a la vida es muy simple: es reconocer que en una sola cosa están todas las cosas si la observas desde tu corazón. En cada cosa están todas las cosas. En cada naranja están todas las frutas, en cada mariposa están todos los vuelos, está el sol, el aire, el paisaje, el silencio, la crisálida, los gusanos, la historia de la evolución. En cada migración está la historia de la conciencia cósmica que se mueve haciendo de cada individuo la célula integrante de un organismo inteligente y grupal.

Cuando Uds. ven una mariposa o cientos de mariposas volar, están viendo el gran cuerpo de una conciencia que se mueve, el oleaje de un solo mar. Cada una de las mariposas que migran es apenas una ola dentro de un mar de conciencia colectiva. Y cuando tú aprendes a mirar así el mundo, conmovido, ese mundo se ve desde el corazón, entonces tú ves en el otro una ola parte de tu mismo oleaje, partícipe contigo del mismo océano de la conciencia. Y aprendes no sólo a tolerar sino a comprender, no sólo a comprender sino a amar. Y vamos pasando por esas distintas fases de la sensibilidad.

Sanar la vida es rescatar la sensibilidad. Porque la vida nos regaló sentidos, pero los tenemos embotados, porque el estrés nos llevó a refugiarnos en anestésicos y en analgésicos; y volvimos la religión, el conocimiento y la medicina, el arte de embotar los sentidos. Y convertimos la vida en el arte de embotar los sentidos para llegar a la ciencia terrible del no sentir. Y pensamos que si no sentimos estamos vivos y es todo lo contrario. Y pensamos que si no nos duele estamos sanos y es todo lo contrario. Desde el punto de vista médico hay una cosa catastrófica que es el estrés opiáceo, así se llama. El estrés opiáceo es un estrés del que no tienes escapatoria, es algo impredecible para ti, es algo que tú no puedes controlar. Y cuando tú no puedes controlar, cuando no eres dueño de ti mismo, cuando no puedes utilizar tu instrumento, el organismo emplea un mecanismo de defensa único y precioso que es liberar opiáceos endógenos, es liberar endorfinas, encefalinas y sustancias análogas de la morfina y de la heroína que conocemos. ¿Por qué razón?, porque el cerebro está equipado con receptores para esos opiáceos con el fin de amainar el dolor en los momentos críticos de la vida. Pero una vez que pasa la crisis pasa el estrés. Y has amainado el dolor y has podido sobrevivir. Sin embargo, si tú vives en una crisis permanente, en una reacción de fuga permanente, si tú no encuentras la madre, el padre, esa figura interior en ti, si te expulsan del paraíso y no puedes encontrar un paraíso al interior, no te queda más remedio que fabricar un paraíso artificial, pero no es porque busques la droga fuera, frecuentemente ya estás drogado. Buena parte de nosotros como humanidad no sólo estamos dormidos sino dopados, estamos drogados, tenemos saturados los órganos de los sentidos. Miramos, pero no vemos, oímos, pero no escuchamos, comemos, pero no disfrutamos y no nos nutrimos, hablamos, pero lo hacemos desde la memoria y desde el automatismo y no desde la vida, utilizamos un cuerpo sufriéndolo, pero no gozamos del cuerpo.

Abrirnos a la vida es abrirnos a la inocencia, a la totalidad del cuerpo, a ese estado negentrópico de la infancia interior permanente. El Niño Dios nace en nosotros todos los días y no tan sólo los veinticuatro de diciembre cuando somos conscientes de nosotros, cuando rescatamos la conciencia íntegra de ser lo que somos, de ser el cuerpo, de ser los deseos, de ser la piel, de ser el alma. En ese momento estamos renaciendo a la vida, renaciendo a los sentidos, pero llenos de sentido. Ya no vivimos para embotar los sentidos y anestesiarlos, sino que ya vivimos para abrir los sentidos, para despertar los sentidos, para vivir el dolor encontrando también en el dolor una oportunidad y un sentido. En ese momento, en ese instante, la vida empieza a hacerse significativa.

Hemos perdido el significado, porque hemos perdido la sensibilidad, hemos perdido la sensibilidad porque hemos confundido la salud con la analgesia y con la anestesia y con el bienestar físico, emocional y mental y el estado perfecto de armonía que es el estado perfecto de muerte, porque cuando tenemos un estado perfecto y de armonía ya estamos muertos.

La vida es desequilibrio, es crisis continua, es crecimiento, es un vórtice caótico. Si no tienes crisis, si no te duele la vida, si no te conmueves, estás muy grave, aunque no te diagnostiquen un cáncer. Pero si tú tienes un SIDA, o un cáncer o una enfermedad terminal terrible y estás despierto y eres consciente de ti y eres consciente de tu crecimiento, de tu dolor y estás aprendiendo la lección así sea dolorosamente, estás terriblemente vivo, mucho más vivo que los muertos autómatas que deambulan por todas las calles de las grandes ciudades del mundo. Entonces morir o vivir no tiene nada que ver con estados perfectos de equilibrio, la vida es desequilibrio y el desequilibrio es significativo si nos aporta su lección que es aprendizaje.

Empezamos a vivir cuando empezamos a aprender, pero empezamos a aprender cuando abrimos las antenas de los sentidos, cuando abrimos los ojos. Tenemos los ojos muy abiertos, pero los ojos del alma están cerrados. Cuando un hombre despierta el Cosmos abre unos ojos, el Universo canta en nosotros, está en nosotros, somos una estrategia de la conciencia universal para aprender. Dios aprende a través de nuestros ojos. Dios crea a través de nuestros sentidos, a través de nuestras manos. El Cosmos se contrae en nosotros y en la vida para expandir su conciencia. Nosotros somos antenas de expansión de la conciencia, pero hemos tenido la expansión y vamos en una infinita contracción, hasta la total negación, porque hemos negado el arte de liberarnos, el arte de entregarnos, el de expirar, el de morir, el de darnos.


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TODAS LAS COSAS SON POSIBLES de NEVILLE GODDARD






En el capítulo 9 del Libro de Marcos, se dice: “Todas las cosas son posibles para el que cree”, y en el capítulo 19 del Libro de Mateo se nos dice: “Con Dios todas las cosas son posibles”. Aquí vemos a Dios equiparado con el creyente.

Sentado aquí esta noche tú crees que eres un hombre o una mujer. Crees que estás aquí, ¿pero estás dispuesto a creer que puedes ir más allá de lo que tú razón y tus sentidos dictan? Tú no tienes que limitar tu poder de creencia a lo que tu mente razonadora dicta. La elección y sus limitaciones dependen totalmente de ti, pues todas las cosas existen en la imaginación humana y es de tu imaginación que tu creencia deriva. Si vas más allá de los dictados de la razón, debe ser a través de tu imaginación, y ya que todas las cosas ya existen allí, tú puedes en cualquier momento ir más allá de lo que tú razón y tus sentidos dictan.

Acabamos de tener una erupción en el mundo cristiano en relación con los pequeños iconos que las personas han fabricado y adorado por más de mil años. El Salmo 115 los describe así: “Sus ídolos son plata y oro, la obra de las manos de los hombres. Tienen ojos pero no ven; bocas que no hablan; orejas que no oyen; manos que no sienten; pies que no caminan y ningún sonido se oye en sus gargantas. Aquellos que los fabrican son como ellos; así son todos los que confían en ellos.”

En el periódico de hoy se cuenta la historia de una actriz famosa que tuvo un accidente mientras iba en su Rolls Royce. Sufrió heridas, pero no de gravedad y atribuyó su suerte al pequeño icono que ella llamaba San Cristóbal. Ella es igual que el que lo fabricó y se lo vendió, pero no lo sabe. No juzgues a otros por sus posesiones mundanas. Las recibieron a través de la creencia, pero ellos no saben que su propio ser es el que las creó para ellos. Ella creyó que su pequeño icono de oro la salvó de un accidente fatal. Nada excepto su creencia en él la salvó. Compró y creyó en su pequeño icono porque ella no conoce a aquel en quien debería confiar.

Todas las cosas son posibles para el que cree y “con Dios todas las cosas son posibles”. Aquí vemos que Dios y el creyente son uno. Cuando salgas de aquí esta noche, esperarás encontrar tu casa donde la dejaste. Te irás a dormir allí y creerás que te despertarás en tu cama mañana por la mañana. Crees que estás vestido ahora mismo. Yo te digo: tu capacidad para creer es la imaginación humana, la cual es el único Dios. Siendo todo imaginación, te has restringido a ti mismo por el cuerpo de sensación y razón que llevas. La razón te dice que tú estás en esta sala, que tienes una cierta cantidad de dinero y que no puedes tener más a menos que hagas un esfuerzo físico para conseguirlo. Pero desearías tener más, ¿verdad?

Asume tu deseo a través de la sensación de sentir. Esa asunción, subjetivamente apropiada y creída cierta, es la fe. ¿Puedes creer en su realidad? Sabiendo que todas las cosas son posibles para el que cree, ¿puedes convencerte de que, aunque tu razón y tus sentidos lo niegan, tu asunción hará que sea así? Blake, en su maravilloso “Matrimonio del Cielo y el Infierno”, dijo: “Yo cené con Isaías y Ezequiel y pregunté: '¿Una fuerte convicción de que una cosa es así, hace que sea así?' e Isaías respondió: 'Todos los profetas lo creen, y en épocas de imaginación una firme convicción movía montañas, pero hoy muchos no son capaces de una firme convicción de nada.'” Todo aquí fue una vez sólo un deseo, creído. Este edificio, la ropa que llevas o el coche que conduces fueron primero un deseo, luego creído hasta que llegó a existir.

Sí, creo que hay un hombre llamado Neville. Él puede trabajar para ayudarte en el cumplimiento de tu deseo, si tú crees que lo tienes. Muchos hombres pueden venir y vendrán a ayudarte, aún sin saber que lo están haciendo, si tú crees. No tienes que convencer a los demás para que te ayuden; todo lo que necesitas hacer es creer que eres lo que quieres ser y luego deja que el mundo (que no es nada más que tú mismo proyectado fuera) trabaje para hacer posible tu asunción. Te lo prometo: tu deseo se cumplirá, ya que todas las cosas son posibles para el que cree.

El fallecido Robert Frost dijo: “Nuestros padres fundadores no creyeron en el futuro, creyeron el futuro en su interior”. El poder más creativo en ti es tu poder para creer una cosa en tu interior. Nuestros padres fundadores no creyeron que el paso del tiempo haría que este país fuera como ellos deseaban. Ellos querían democracia, no una monarquía, y sabían que sentarse y esperar a que llegara a suceder no lo haría – tuvieron que apropiársela, así que simplemente lo creyeron en su interior. ¿Cómo? Mediante la fe. Se apropiaron subjetivamente de su deseo.

Digamos que te gustaría estar en San Francisco ahora, pero no tienes tiempo ni dinero para hacer el viaje. ¿Qué haces? Ignoras el momento presente y subjetivamente te apropias de tu esperanza objetiva durmiendo en San Francisco esta noche. Cuando estés tumbado en tu cama, mira tú mundo a través de los ojos de alguien que está durmiendo en San Francisco. Puede que despiertes por la mañana y encuentres que todavía estás físicamente en Los Ángeles, pero mientras dormías se estuvieron llevando a cabo cambios que te obligarán a hacer el viaje. Yo te digo: tú siempre irás físicamente al estado subjetivo que te hayas apropiado.

Recuerda: todas las cosas son posibles para el que cree, y con Dios todas las cosas son posibles. El hombre cree que Dios creó el mundo y todo lo que hay en él, pero no equipara a Dios consigo mismo, el creyente. Pero la Biblia equipara a Dios, el creador de todo, con el que cree. Y la creencia no tiene que ser restringida, sino que puede ir más allá de la evidencia de los sentidos y la razón.

En el mundo tienes que recurrir a lo externo para iluminar tu camino. Puedes encender una vela, una lámpara, o usar la electricidad; pero un día te volverás al interior para descubrir que tú eres la luz del mundo. Entonces sabrás que tú eres Dios, la luz del amor infinito, del poder infinito y de la sabiduría infinita. Te expandirás en estos estados a medida que rompas las barreras de la razón y los sentidos. Te reto a que te examines. ¿Te estás manteniendo en el estado que deseas experimentar? Ponte a prueba, y al hacerlo estás probando a Cristo, pues él es el poder y la sabiduría de Dios. No cuesta nada ponerle a prueba, así que inténtalo.

Se nos dice que la imaginación nos habla por medio de los sueños y se revela en visiones. Una noche se me mostró cómo ponerme a prueba. Esa noche me encontré en una mansión enorme en la 5ta Avenida de la ciudad de Nueva York a comienzos de siglo. Todo lo que el dinero podía comprar estaba en esa mansión. A pesar de que yo era invisible para las dos generaciones que estaban presentes, podía oír todo lo que ellos decían. El señor mayor habló, diciendo: “Padre solía decir, mientras estaba parado sobre un solar vacío, 'Recuerdo cuando esto no era más que un solar vacío', entonces describía el edificio que él quería que estuviera allí como si ya fuera sólido y real.” Luego la escena cambiaba y veía el edificio, ahora completo, erigido en donde sólo un momento antes no había más que un solar vacío. El abuelo estaba ahora de pie junto a su hijo y su nieto y decía: “Recuerdo cuando esto era un solar vacío.”

Este sueño me enseñó una maravillosa lección. Yo era el abuelo, el hijo y el nieto. Dependía de mí ahora transmitir este conocimiento a otras generaciones. Mientras te encuentras en un estado baldío puedes decir: “Recuerdo cuando esto era baldío.” Si era baldío, estás dando a entender que ya no es así. Entonces puedes – mediante el ejercicio de tu sentido interno de vista, oído, gusto, olfato y tacto – ocupar el estado y permitirle que se exteriorice para ti. Te digo, no importa lo que tienes o quien eres en este mundo, todas las cosas son posibles para ti cuando crees.

Puedes creer en uno o más de los noventa extraños llamados santos que ahora han sido degradados, pero si crees, ellos han servido a su propósito. Ahora, los que antes creían en iconos en el exterior deben dar la vuelta y aprender a creer en sí mismos. Ha llevado mucho tiempo, durante más de mil años los hombres han creído estas tonterías. Tú no tienes que cubrirte la cabeza nunca más para entrar en la iglesia – por tanto, ¿fue alguna vez necesario? No tienes que creer en San Cristóbal nunca más. Nunca fue necesario; pero el hombre, en su estado infantil, no podía creer en sí mismo, así que creó con sus manos humanas algo en lo que creer y su creencia se produjo ella misma. El icono no lo hizo por el individuo. Su creencia lo hizo por él.

Todas las cosas son posibles para el que cree y con Dios todas las cosas son posibles, por tanto, ¿no es Dios uno con el creyente? Su nombre por siempre y para siempre es “Yo Soy”. ¿No sabes que tú eres? ¿Sabiendo eso, no estás diciendo: “Yo soy”? Si tu nombre es Juan, debes ser consciente de ello antes de que puedas decir: “Yo soy Juan.” Yo digo: “Yo soy Neville.” Puede que no siempre diga “Yo soy” antes de decir “Neville”, pero soy consciente de ser Neville antes de decir la palabra. Le he dado a mi consciencia de ser un nombre. Ese nombre es Neville. No tengo que repetir las palabras “Yo soy” para definir aquello de lo que soy consciente; pero mi conciencia es Dios, el creyente, y no hay otro Dios.

Ahora, todas las cosas existen en la imaginación humana – no sólo las cosas buenas, sino todas las cosas. Escucha estas palabras del capítulo 32 del Libro del Deuteronomio: “Ved que yo, y sólo yo, soy él y no hay Dios fuera de mí. Yo mato y yo hago vivir, yo hiero y yo sano, y nadie puede librarse de mi mano.” ¿Quién puede matar sino Dios? Tú puedes decir: “Yo le maté”, pero ese es el nombre de Dios. Tu propia maravillosa imaginación humana tiene el poder de matar y hacer vivir, herir y sanar y no hay nadie que pueda librarse de tu mano, pues no hay Dios fuera de tu propia maravillosa imaginación humana.

Mientras estás sentado aquí tienes la capacidad de creer. Puedes creer en algo estúpido, pero tú crees [en ello] y tu creencia hará que funcione. Ese del que hablo como Dios es tu yo más fuerte, y sin embargo tu esclavo, para sus propios fines. Él te sirve tan indiferentemente y tan rápidamente tanto cuando tu voluntad es mala como cuando es buena. Lo hace evocando imágenes de bien y de mal igual que si fueran reales. Permitiéndote imaginar todo lo que tú desees, él lo proyecta sobre esta pantalla del espacio con el fin de que tú lo experimentes. Puedes moverte hacia ello tan natural y tan fácilmente que puedes olvidar el momento irreflexivo en el que la semilla fue plantada, y por lo tanto no reconocer tu propia cosecha.

El ser que tú realmente eres es el Dios de las Escrituras que es tu propia maravillosa imaginación humana. ¿Puedes marcharte de este auditorio esta noche con la profunda convicción de que eres lo que quieres ser? ¿Estás dispuesto a asumir sus alegrías y pesares? Tu asunción es tu apropiación subjetiva de un hecho objetivo. Eso es la fe y sin fe es imposible agradarle.

Esta noche, cuando yo abandone este edificio conduciré hasta casa con mi amigo. Mientras viajamos pasaremos por ciertas calles y veremos objetos familiares porque estaremos viajando con la vista. Pero cuando camino por fe mis pasos son invisibles, pues estaré caminando en la asunción de mi deseo cumplido. Pablo nos dice que “caminemos por fe y ya no más por vista”. Todos sabemos cómo es caminar por vista, pero ahora somos llamados a romper ese hechizo y caminar por fe.

Yo te digo que es posible ser cualquier cosa que quieras ser, ya que el creyente y el Dios del universo son uno. No te divorcies de Dios, pues Él es tu Yo Soydad. Cree en tu Yo Soydad, porque si no lo haces tú nunca cumplirás tu deseo. Sólo asumiendo que ya eres la persona que te gustaría ser lo lograrás. Es tan simple como eso.

No estoy diciendo que sea fácil, pero se vuelve más fácil con la práctica. Si le diera un Stradivarius a alguien que ha dominado el violín él podría elevarme a la enésima potencia de la alegría, pero si pusiera el mismo violín en las manos de alguien que no pudiera tocarlo, rápidamente me volvería loco. Es el mismo violín, sin embargo, uno produce armonía mientras que el otro produce disonancia. Tú matas y haces vivir con el mismo instrumento, que es tu propia maravillosa imaginación humana. Tú puedes crear muchas disonancias hasta que aprendes cómo tocar. Nosotros estamos aquí en este mundo de oscuridad educativa aprendiendo a tocar el instrumento que es Dios. Puede que no conozcas a nadie que te diera 10.000 dólares ahora mismo, pero si crees que todas las cosas son posibles para Dios y sabes que Dios es tu imaginación humana, tú puedes imaginar que tienes el dinero, persiste en tu creencia y lo tendrás. Cómo, no lo sé; yo sólo sé que de acuerdo a tu creencia te será hecho a ti.

¿Crees que todas las cosas son posibles para Dios? ¿Y crees que Él es tu propia maravillosa imaginación humana? Sabiendo que Dios es todo amor, y que tú eres capaz de imaginar cosas desagradables, puede que no creas que tu imaginación es Dios, pero si eso es cierto entonces Dios no es todopoderoso. Si tú puedes imaginar algo que Dios no puede, entonces tú le trasciendes. Si Dios toca sólo notas armoniosas y tú puedes tocar cuerdas que producen disonancia, así como armonía, entonces tú eres más grande que Él porque tú puedes hacer algo que Él no puede. Pero yo te digo: tu propia maravillosa imaginación humana mata y hace vivir, hiere y sana, pues todas las cosas salen de la imaginación humana. Mientras estás aprendiendo a usar y creer en tu imaginación humana puedes hacer vivir eso que no quieres. Puedes herirte a ti mismo en el proceso, pero lo que tú creas en tu imaginación puedes descrearlo.

Todo puede ser resuelto, aunque mientras estés aprendiendo cometas errores horribles. No te condenes por nada que alguna vez hayas hecho, estés haciendo o puedas hacer, mientras aprendes a tocar el instrumento que es Dios mismo y tu propia maravillosa imaginación humana, ya que no hay otro poder creativo.

Lo que ahora está probado fue una vez [algo] sólo imaginado. Mi sastre usa su imaginación para confeccionar mis trajes para mí. Ellos tienen que ser imaginados primero antes de cortar la tela. Mi sastre no coge sus tijeras y empieza a cortar la tela con la esperanza de que algo saldrá [de ahí]; él lo imagina primero. Y cuando me siento en el sillón de mi barbero, él ve lo que debería tener en mi cabeza en lugar de lo que está ahí. Todo debe ser imaginado primero antes de que pueda convertirse en un hecho, y esa capacidad de imaginar es Dios.

Ahora bien, tú no observas al imaginar cómo haces con los objetos en el espacio, porque tú eres la realidad que se llama imaginación. Puedes observar esta sala, que fue una vez sólo imaginada, pero no puedes observar el poder creativo que la concibió. Las cosas creadas se ven, pero tú – el creador – no eres visto, y nunca sabrás que eres Él, hasta que el hijo único de Dios, David, se plante delante de ti y te llame Padre. No todo el mundo aceptará este conocimiento, porque ellos preferirán tener sus pequeños iconos. Estoy bastante seguro de que esta actriz italiana que tuvo el accidente no estaría interesada en mis palabras ni en creerlas, y ella no está sola. Hay cientos de millones esta noche que no renunciarían a sus pequeñas medallas. Yo vi donde el cardenal McIntyre había puesto su sello de aprobación en el reverso de la medallita de San Cristóbal, dándole así su bendición. En un lado hay una cara que nunca existió y en el otro, un sacerdote de la iglesia da su aprobación. Qué tontería, sin embargo las medallas funcionan porque la gente cree que lo hacen.

Es hora de que el hombre deje de creer en algo afuera y empiece a creer en su imaginación humana. Es hora de desechar todos los iconos externos. “No harás imagen tallada de mí, ni tendrás otros dioses aparte de mí.” Puede que no tengas educación, ni dinero o bagaje social, y te resulte difícil creer en ti mismo; pero debido a que todas las cosas son posibles para el que cree, y con Dios todas las cosas son posibles, puedes salir de tus sentidos y creer que cualquier cosa exista. Pon a prueba tu imaginación, y si se demuestra en la práctica, ¿Qué importa lo que el mundo piense?

A través de la prueba yo he demostrado la imaginación. Le he descubierto y ahora comparto mis hallazgos con los demás. Él es llamado Felipe, el amante de los caballos, el símbolo de la mente. Sabiendo que Felipe ama aprender acerca de cómo funciona la mente, le digo que “He encontrado a aquel de quien Moisés y la ley y los profetas hablaron – Jesús, el Mesías. Yo te llevaré a él.” Tú estás aquí porque, como Felipe, deseas saber más sobre la mente y sus funciones. Yo puedo llevarte a Jesús diciéndote quién es él, pero no te lo puedo mostrar, pues él es invisible.

Tu YO SOYdad es él. Di: “Estoy seguro, soy rico, soy libre.” Esto puede no ser verdad en base a tus sentidos, pero yo simplemente te estoy pidiendo que digas las palabras, pues en el momento que lo hagas te estás apropiando subjetivamente la seguridad, la riqueza y la libertad. La razón tratará de apartar estas cosas de ti, así que te pido jugar a un pequeño juego conmigo. Sal por la puerta y camina como si fueras seguro, rico y libre. Duerme esta noche como si fuera cierto. Si lo haces, no te quedarás dormido viendo el mundo como hiciste anoche, lo verás de modo diferente. Si esta mañana alguien te dio un cheque por 20.000 dólares y lo depositaste en tu cuenta, serías 20.000 dólares más rico, por lo tanto tú no podrías dormir esta noche como lo hiciste antes. Ahora, sin esperar a que físicamente alguien te de el dinero, vete a la cama como si fuera verdad. Pon a Cristo a prueba extrema. Si todas las cosas son posibles para Dios y si todas las cosas son posibles para el que cree, ¿puedes creer? No te estoy diciendo que tendrás éxito la primera noche, ni incluso la segunda. Habiendo sido entrenado a aceptar sólo lo que tu razón y tus sentidos dictan, puede que te resulte difícil, casi imposible, creer que podrías creer – ¡pero puedes!

Esta mañana, mientras estaba regresando a este mundo me encontré con una escena de sombras de seres. El primero era ciego, incapaz de ver el mundo a su alrededor. El segundo veía, pero su visión era limitada. El tercero veía más que el segundo, y el cuarto podía ver, oír, y hacer más que el tercero. Me desperté, diciéndole a mi amigo Bob Crutcher: “Con tu talento para escribir, podrías escribir una película sobre esta serie de eventos. Si lo hicieras, recibirías 3.000 dólares por ello.”

Yo sabía que al igual que un actor me había identificado con cada ser de sombra que había visto. A pesar de las sombras, yo, el perceptor, había asumido uno detrás de otro hasta encontrarme limitado por el estado percibido. Cuando asumí el primero yo estaba totalmente ciego. Cuando asumí el segundo podía ver un poco, y en el tercero un poco más. Entonces me desperté instando a Bob a escribirlo, para mostrar cómo el hombre está restringido por lo que él está vistiendo.

Con el fin de interpretar un papel tú debes sentir el papel. Como el hombre ciego yo tenía que sentir el camino. Cuando me puse otra vestimenta yo podía ver y no tenía que sentir ya. Con cada vestimenta que llevaba, yo sentía cada vez más, y desperté instando a mi amigo a mostrar esto en forma de imagen con la esperanza de que aquellos que lo vieran entenderían que el hombre sólo está interpretando un papel. El papel no tiene por qué ser el que se le dio al nacer. Él puede escoger un papel y entrar en él en cualquier punto del tiempo.

Ahora mismo tú estás interpretando un papel. Si no te gusta puedes cambiarlo. Podrías interpretar el papel de un hombre más rico que el que tú eras hace veinticuatro horas. Es sólo un papel para que lo interpretes, si lo deseas.

Todo lo que te estoy diciendo es de la Biblia. “Yo mato y yo hago vivir. Yo hiero y yo sano, y no hay nadie que pueda librarse de mi mano. Yo, y sólo yo, soy él y no hay Dios fuera de mí. Yo soy el Señor tu Dios, el santo de Israel, tu Salvador y fuera de mí no hay salvador.” Estas son las palabras de Dios, reveladas a través de sus profetas de la antigüedad. Su profecía se cumple en el Nuevo Testamento así: “Cualquier cosa que desees, cree que la has recibido y la recibirás.” Así de fácil es como lo aplicas, pues una asunción, aunque sea falsa y negada por tus sentidos, si persistes en ella se solidificará en hechos.

Yo te lo estoy diciendo: tú eres Dios y nunca hubo otro. El ser en ti es Dios, y tú y yo somos uno, porque sólo hay un Dios. Finalmente sabrás que tú y yo somos uno, pues descubrirás que eres el padre de mi hijo, que sabrás que es tu hijo. De hecho, no será el hijo revelándote como el Padre, sino tú, el Padre, revelando a tu hijo.

Ahora entremos en el silencio.


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