Sanar la Vida I del Dr. Jorge Carvajal Posada









Hoy vamos a empezar hablando de la cordialidad.

Obviamente que de la cordialidad es poco lo que se puede hablar ya que es una palabra sagrada, es la clave de la apertura amorosa. La apertura amorosa es la clave de la amistad, de la amabilidad, de la cordialidad, del amor y de las relaciones humanas. Todo comienza ahí, cordialidad viene de corazón. Cuando tú partes del corazón en la relación humana estás partiendo de tu cordialidad y estás eliminando todas las barreras, todas las fronteras, todos los juicios, todos los prejuicios, todas las intolerancias y estás en el mínimo común denominador de tu humanidad.

La humanidad comienza donde se expresa la cordialidad. La cordialidad está antes de la buena voluntad, antes de la igualdad, de la fraternidad, de la libertad, de los derechos humanos, de la hermandad. La cordialidad es la única forma a través de la cual nosotros podemos entrar en comunicación, si no hay cordialidad no hay empatía, no hay simpatía, no hay comunicación.

Así que ahora vamos a empezar el seminario tomándonos de las manos, conectándonos con el corazón. Cordal y cordial son aquellas cosas que vienen del corazón. Cerramos los ojos unos instantes, nos conectamos al interior de nuestro corazón, llevamos a nuestro corazón una imagen vivida, que evoque pasión, que evoque amor, que nos conmueva, puede ser un atardecer en el mar, la mirada amorosa de la compañera o el compañero, Dios, esa imagen que realmente nos conmueva profundamente desde el corazón. Sentimos la imagen ya no como una visión sino como un fuego interior. Dejamos que esa llama arda, que penetre todo nuestro cuerpo, dé calidez a nuestra piel y concentramos ese fuego interior en nuestras manos. Ahora sentimos que podemos desplazar toda esa cualidad, todo ese calor de nuestro corazón que llamamos cordialidad a nuestras manos y vamos a compartir, la cordialidad surge cuando compartimos desde el corazón, dejemos que esa llama fluya hacia los demás, acojámosles desde nuestro corazón, allí desde siempre te conozco, desde siempre en el corazón te reconozco, aunque sea la primera vez que te veo, el corazón te reconoce porque tú eres parte de mí y yo soy parte de ti. Ahora me puedo mirar en tus ojos y reconocerme, ahora te puedes mirar en mis ojos y reconocerte. Ahora más allá de la piel y del cuerpo somos parte de un mismo fuego fundamental, de una sola llama, la llama de nuestra humanidad. Vamos a compartir esta humanidad, nos levantamos un segundo, nos damos un abrazo, un abrazo que venga desde el alma, que nazca desde nuestro corazón y circulamos cinco minutos, solamente cinco minutos por el salón y abrazamos a quien nos provoque abrazar.

Observamos la vida, compuesta por caras: lo blanco, lo negro, la luz, la sombra, lo celeste, lo terrestre. Pero esas caras no son opuestas, esas caras son las de la complementariedad. Este universo es un universo de reciprocidades. Surgimos a la vida, nacemos a la vida cuando nacemos a la reciprocidad. Todo genuino amor es recíproco, aunque sea impersonal. Es el arte de dar y de recibir. Si tú no das y recibes en el mismo instante, eres incompleto, tú no estás amando. Si tú estás ahí para dar, pero te cierras al recibir no puedes tener cordialidad, no puedes tener ternura, no puedes abrir tu corazón.

Este mundo es un mundo de sensibilidad. La piel de la conciencia es sensibilidad. Conciencia es una piel del universo y su quinta esencia es sensibilidad. Todas las cosas reaccionan entre sí, todas las cosas se relacionan, resuenan. La música del universo es una música de resonancia y esa resonancia está hecha de comunicación, de intercomunicación. Y allí donde hay apertura hay comunicación. Siempre tenemos un mínimo común denominador para comunicarnos, desafortunadamente nos atrapamos en la trampa de las palabras y el lenguaje, pero antes de las palabras está tu mirada, antes de las palabras está tu sentir que es total, antes de las palabras está tu humanidad, está tu piel, está tu evolución, están todos los electrones que saltan y danzan desde tu cuerpo generando una armonía alrededor de ti y yo puedo captar esa armonía sin que tú digas una sola palabra. Lo importante es cómo me siento frente a ti, lo importante en la relación no es que digamos o dejemos de decir, sino cómo nos vamos a sentir.

Cuando se relacionen con alguien pregúntese antes que nada ¿Cómo lo hice sentir? No qué le dijeron, no hagan ninguna evaluación de ningún otro tipo, salvo desde el código del sentir. ¿Cómo hacen sentir a un niño?, ¿Cómo hacen sentir al abuelo? Es posible que sus discursos, aún sus discursos espirituales sean correctos desde el punto de vista del intelecto, es posible que la oración y la fórmula sea la correcta, es posible que sigan todas las recomendaciones del psiquiatra o del psicólogo, o todos los códigos de la ética, pero si no lo hacen sentir más humano, más íntegro y mejor, Uds. no están reivindicando su humanidad, no se están relacionando como seres humanos. Se están relacionando desde el pasado, como autómatas, desde las programaciones, desde las expectativas, pero no desde el presente.

La vida es un perpetuo abrazo. Podemos abrazar la vida o huir o atacar la vida. No existe otra opción. Cuando no estamos abrazando la vida, la estamos sufriendo, cuando no abrazamos la vida, nos estamos congelando. La vida es fuego, es fuego eléctrico, el fuego del amor. Es fuego magnético, es fuego de atracción. Es fuego de comunicación, es un permanente fuego. La vida es un viento que mueve el fuego y el fuego es el amor. Donde no hay amor estamos en pasado o en futuro, renunciamos al presente y cuando renunciamos al presente renunciamos a la vida.

La vida es un movimiento de meditación permanente. Alguien me pregunta ¿Qué es la meditación?, ¿Cuál es la fórmula de la meditación?, es muy simple: vivir. Porque cuando no estás meditando estás muriendo en términos humanos y cuando tú meditas aprendes. La ley de la vida es aprender. Cuando tú te sientes aprendiz eres humilde y si eres humilde tienes apertura amorosa y si tienes apertura amorosa tienes cordialidad y si tienes apertura amorosa más cordialidad tienes empatía, tienes simpatía, tienes resonancia, tienes comunicación fluida y tienes paz. Y no tienes paz porque conquistes la paz sino porque reconoces la paz que hay en ti. Todas las cosas estaban ahí: la paz, el amor, la libertad, la materia, la energía, la información, la conciencia, la perfección. No había que buscar la perfección, acuérdense. Ya éramos perfectos, así como éramos. El único problema es que, aunque las cosas estaban, éramos nosotros los que no estábamos. Cuando no somos humanos es porque no estamos en nosotros. Es porque hemos asumido un patrón de identidad falso, porque nos hemos negado nuestra sensibilidad, porque nos hemos negado a movernos interiormente, porque no hemos aceptado conmovernos. Es porque hemos ido al seminario para escuchar la voz del viento, pero no permitimos que el viento golpeara nuestra cara en las aceras que nos acercaban a esta sala y sintiéramos el placer del viento. Es tal vez porque sentimos que el día era muy feo, pero no comprendimos el lenguaje de los grises y el día está hermoso cuando es gris. Y el mar es más hermoso cuando está enojado y la lluvia fresca también es hermosa porque la lluvia ablanda la tierra, porque la lluvia permite el milagro de las semillas y el milagro de las germinaciones, sin la lluvia no existiría primavera.

La vida es como un fuego y ese fuego arde porque hay un leño, hay un leño maduro, hay un leño seco. Cuando Uds. prenden el leño y están frente a la chimenea, y están atentos, escuchan en ese fuego que se eleva la voz del viento y si abren los ojos y no ven el fuego van a encontrar la voz del viento que mueve los árboles, la voz del otoño y las hojas que caen también está ahí. Y cuando el fuego crece Uds. encuentran la lluvia que se acerca y cuando el madero explota Uds. encuentran el trueno que resuena, de tal manera que ahí en ese leño seco está un resumen de toda la naturaleza, de todos los elementos. Está la madurez de la tierra, la madurez del viento, del agua, de la tormenta, está el sol y la tierra fecundados en ese fuego y cuando Uds. ven en el fuego de la chimenea no sólo algo que los calienta sino un milagro que contiene todas las señales de la vida, entonces empiezan a conmoverse con el fuego y ya no necesitan que el fuego los queme para moverse. A veces nos movemos cuando la vida nos quema. No es necesario esperar a morir para que la vida nos queme, nos remuerda; no es necesario que la vida nos duela intensamente hasta la destrucción para que podamos despertar. Despertar a la vida es muy simple: es reconocer que en una sola cosa están todas las cosas si la observas desde tu corazón. En cada cosa están todas las cosas. En cada naranja están todas las frutas, en cada mariposa están todos los vuelos, está el sol, el aire, el paisaje, el silencio, la crisálida, los gusanos, la historia de la evolución. En cada migración está la historia de la conciencia cósmica que se mueve haciendo de cada individuo la célula integrante de un organismo inteligente y grupal.

Cuando Uds. ven una mariposa o cientos de mariposas volar, están viendo el gran cuerpo de una conciencia que se mueve, el oleaje de un solo mar. Cada una de las mariposas que migran es apenas una ola dentro de un mar de conciencia colectiva. Y cuando tú aprendes a mirar así el mundo, conmovido, ese mundo se ve desde el corazón, entonces tú ves en el otro una ola parte de tu mismo oleaje, partícipe contigo del mismo océano de la conciencia. Y aprendes no sólo a tolerar sino a comprender, no sólo a comprender sino a amar. Y vamos pasando por esas distintas fases de la sensibilidad.

Sanar la vida es rescatar la sensibilidad. Porque la vida nos regaló sentidos, pero los tenemos embotados, porque el estrés nos llevó a refugiarnos en anestésicos y en analgésicos; y volvimos la religión, el conocimiento y la medicina, el arte de embotar los sentidos. Y convertimos la vida en el arte de embotar los sentidos para llegar a la ciencia terrible del no sentir. Y pensamos que si no sentimos estamos vivos y es todo lo contrario. Y pensamos que si no nos duele estamos sanos y es todo lo contrario. Desde el punto de vista médico hay una cosa catastrófica que es el estrés opiáceo, así se llama. El estrés opiáceo es un estrés del que no tienes escapatoria, es algo impredecible para ti, es algo que tú no puedes controlar. Y cuando tú no puedes controlar, cuando no eres dueño de ti mismo, cuando no puedes utilizar tu instrumento, el organismo emplea un mecanismo de defensa único y precioso que es liberar opiáceos endógenos, es liberar endorfinas, encefalinas y sustancias análogas de la morfina y de la heroína que conocemos. ¿Por qué razón?, porque el cerebro está equipado con receptores para esos opiáceos con el fin de amainar el dolor en los momentos críticos de la vida. Pero una vez que pasa la crisis pasa el estrés. Y has amainado el dolor y has podido sobrevivir. Sin embargo, si tú vives en una crisis permanente, en una reacción de fuga permanente, si tú no encuentras la madre, el padre, esa figura interior en ti, si te expulsan del paraíso y no puedes encontrar un paraíso al interior, no te queda más remedio que fabricar un paraíso artificial, pero no es porque busques la droga fuera, frecuentemente ya estás drogado. Buena parte de nosotros como humanidad no sólo estamos dormidos sino dopados, estamos drogados, tenemos saturados los órganos de los sentidos. Miramos, pero no vemos, oímos, pero no escuchamos, comemos, pero no disfrutamos y no nos nutrimos, hablamos, pero lo hacemos desde la memoria y desde el automatismo y no desde la vida, utilizamos un cuerpo sufriéndolo, pero no gozamos del cuerpo.

Abrirnos a la vida es abrirnos a la inocencia, a la totalidad del cuerpo, a ese estado negentrópico de la infancia interior permanente. El Niño Dios nace en nosotros todos los días y no tan sólo los veinticuatro de diciembre cuando somos conscientes de nosotros, cuando rescatamos la conciencia íntegra de ser lo que somos, de ser el cuerpo, de ser los deseos, de ser la piel, de ser el alma. En ese momento estamos renaciendo a la vida, renaciendo a los sentidos, pero llenos de sentido. Ya no vivimos para embotar los sentidos y anestesiarlos, sino que ya vivimos para abrir los sentidos, para despertar los sentidos, para vivir el dolor encontrando también en el dolor una oportunidad y un sentido. En ese momento, en ese instante, la vida empieza a hacerse significativa.

Hemos perdido el significado, porque hemos perdido la sensibilidad, hemos perdido la sensibilidad porque hemos confundido la salud con la analgesia y con la anestesia y con el bienestar físico, emocional y mental y el estado perfecto de armonía que es el estado perfecto de muerte, porque cuando tenemos un estado perfecto y de armonía ya estamos muertos.

La vida es desequilibrio, es crisis continua, es crecimiento, es un vórtice caótico. Si no tienes crisis, si no te duele la vida, si no te conmueves, estás muy grave, aunque no te diagnostiquen un cáncer. Pero si tú tienes un SIDA, o un cáncer o una enfermedad terminal terrible y estás despierto y eres consciente de ti y eres consciente de tu crecimiento, de tu dolor y estás aprendiendo la lección así sea dolorosamente, estás terriblemente vivo, mucho más vivo que los muertos autómatas que deambulan por todas las calles de las grandes ciudades del mundo. Entonces morir o vivir no tiene nada que ver con estados perfectos de equilibrio, la vida es desequilibrio y el desequilibrio es significativo si nos aporta su lección que es aprendizaje.

Empezamos a vivir cuando empezamos a aprender, pero empezamos a aprender cuando abrimos las antenas de los sentidos, cuando abrimos los ojos. Tenemos los ojos muy abiertos, pero los ojos del alma están cerrados. Cuando un hombre despierta el Cosmos abre unos ojos, el Universo canta en nosotros, está en nosotros, somos una estrategia de la conciencia universal para aprender. Dios aprende a través de nuestros ojos. Dios crea a través de nuestros sentidos, a través de nuestras manos. El Cosmos se contrae en nosotros y en la vida para expandir su conciencia. Nosotros somos antenas de expansión de la conciencia, pero hemos tenido la expansión y vamos en una infinita contracción, hasta la total negación, porque hemos negado el arte de liberarnos, el arte de entregarnos, el de expirar, el de morir, el de darnos.


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TODAS LAS COSAS SON POSIBLES de NEVILLE GODDARD






En el capítulo 9 del Libro de Marcos, se dice: “Todas las cosas son posibles para el que cree”, y en el capítulo 19 del Libro de Mateo se nos dice: “Con Dios todas las cosas son posibles”. Aquí vemos a Dios equiparado con el creyente.

Sentado aquí esta noche tú crees que eres un hombre o una mujer. Crees que estás aquí, ¿pero estás dispuesto a creer que puedes ir más allá de lo que tú razón y tus sentidos dictan? Tú no tienes que limitar tu poder de creencia a lo que tu mente razonadora dicta. La elección y sus limitaciones dependen totalmente de ti, pues todas las cosas existen en la imaginación humana y es de tu imaginación que tu creencia deriva. Si vas más allá de los dictados de la razón, debe ser a través de tu imaginación, y ya que todas las cosas ya existen allí, tú puedes en cualquier momento ir más allá de lo que tú razón y tus sentidos dictan.

Acabamos de tener una erupción en el mundo cristiano en relación con los pequeños iconos que las personas han fabricado y adorado por más de mil años. El Salmo 115 los describe así: “Sus ídolos son plata y oro, la obra de las manos de los hombres. Tienen ojos pero no ven; bocas que no hablan; orejas que no oyen; manos que no sienten; pies que no caminan y ningún sonido se oye en sus gargantas. Aquellos que los fabrican son como ellos; así son todos los que confían en ellos.”

En el periódico de hoy se cuenta la historia de una actriz famosa que tuvo un accidente mientras iba en su Rolls Royce. Sufrió heridas, pero no de gravedad y atribuyó su suerte al pequeño icono que ella llamaba San Cristóbal. Ella es igual que el que lo fabricó y se lo vendió, pero no lo sabe. No juzgues a otros por sus posesiones mundanas. Las recibieron a través de la creencia, pero ellos no saben que su propio ser es el que las creó para ellos. Ella creyó que su pequeño icono de oro la salvó de un accidente fatal. Nada excepto su creencia en él la salvó. Compró y creyó en su pequeño icono porque ella no conoce a aquel en quien debería confiar.

Todas las cosas son posibles para el que cree y “con Dios todas las cosas son posibles”. Aquí vemos que Dios y el creyente son uno. Cuando salgas de aquí esta noche, esperarás encontrar tu casa donde la dejaste. Te irás a dormir allí y creerás que te despertarás en tu cama mañana por la mañana. Crees que estás vestido ahora mismo. Yo te digo: tu capacidad para creer es la imaginación humana, la cual es el único Dios. Siendo todo imaginación, te has restringido a ti mismo por el cuerpo de sensación y razón que llevas. La razón te dice que tú estás en esta sala, que tienes una cierta cantidad de dinero y que no puedes tener más a menos que hagas un esfuerzo físico para conseguirlo. Pero desearías tener más, ¿verdad?

Asume tu deseo a través de la sensación de sentir. Esa asunción, subjetivamente apropiada y creída cierta, es la fe. ¿Puedes creer en su realidad? Sabiendo que todas las cosas son posibles para el que cree, ¿puedes convencerte de que, aunque tu razón y tus sentidos lo niegan, tu asunción hará que sea así? Blake, en su maravilloso “Matrimonio del Cielo y el Infierno”, dijo: “Yo cené con Isaías y Ezequiel y pregunté: '¿Una fuerte convicción de que una cosa es así, hace que sea así?' e Isaías respondió: 'Todos los profetas lo creen, y en épocas de imaginación una firme convicción movía montañas, pero hoy muchos no son capaces de una firme convicción de nada.'” Todo aquí fue una vez sólo un deseo, creído. Este edificio, la ropa que llevas o el coche que conduces fueron primero un deseo, luego creído hasta que llegó a existir.

Sí, creo que hay un hombre llamado Neville. Él puede trabajar para ayudarte en el cumplimiento de tu deseo, si tú crees que lo tienes. Muchos hombres pueden venir y vendrán a ayudarte, aún sin saber que lo están haciendo, si tú crees. No tienes que convencer a los demás para que te ayuden; todo lo que necesitas hacer es creer que eres lo que quieres ser y luego deja que el mundo (que no es nada más que tú mismo proyectado fuera) trabaje para hacer posible tu asunción. Te lo prometo: tu deseo se cumplirá, ya que todas las cosas son posibles para el que cree.

El fallecido Robert Frost dijo: “Nuestros padres fundadores no creyeron en el futuro, creyeron el futuro en su interior”. El poder más creativo en ti es tu poder para creer una cosa en tu interior. Nuestros padres fundadores no creyeron que el paso del tiempo haría que este país fuera como ellos deseaban. Ellos querían democracia, no una monarquía, y sabían que sentarse y esperar a que llegara a suceder no lo haría – tuvieron que apropiársela, así que simplemente lo creyeron en su interior. ¿Cómo? Mediante la fe. Se apropiaron subjetivamente de su deseo.

Digamos que te gustaría estar en San Francisco ahora, pero no tienes tiempo ni dinero para hacer el viaje. ¿Qué haces? Ignoras el momento presente y subjetivamente te apropias de tu esperanza objetiva durmiendo en San Francisco esta noche. Cuando estés tumbado en tu cama, mira tú mundo a través de los ojos de alguien que está durmiendo en San Francisco. Puede que despiertes por la mañana y encuentres que todavía estás físicamente en Los Ángeles, pero mientras dormías se estuvieron llevando a cabo cambios que te obligarán a hacer el viaje. Yo te digo: tú siempre irás físicamente al estado subjetivo que te hayas apropiado.

Recuerda: todas las cosas son posibles para el que cree, y con Dios todas las cosas son posibles. El hombre cree que Dios creó el mundo y todo lo que hay en él, pero no equipara a Dios consigo mismo, el creyente. Pero la Biblia equipara a Dios, el creador de todo, con el que cree. Y la creencia no tiene que ser restringida, sino que puede ir más allá de la evidencia de los sentidos y la razón.

En el mundo tienes que recurrir a lo externo para iluminar tu camino. Puedes encender una vela, una lámpara, o usar la electricidad; pero un día te volverás al interior para descubrir que tú eres la luz del mundo. Entonces sabrás que tú eres Dios, la luz del amor infinito, del poder infinito y de la sabiduría infinita. Te expandirás en estos estados a medida que rompas las barreras de la razón y los sentidos. Te reto a que te examines. ¿Te estás manteniendo en el estado que deseas experimentar? Ponte a prueba, y al hacerlo estás probando a Cristo, pues él es el poder y la sabiduría de Dios. No cuesta nada ponerle a prueba, así que inténtalo.

Se nos dice que la imaginación nos habla por medio de los sueños y se revela en visiones. Una noche se me mostró cómo ponerme a prueba. Esa noche me encontré en una mansión enorme en la 5ta Avenida de la ciudad de Nueva York a comienzos de siglo. Todo lo que el dinero podía comprar estaba en esa mansión. A pesar de que yo era invisible para las dos generaciones que estaban presentes, podía oír todo lo que ellos decían. El señor mayor habló, diciendo: “Padre solía decir, mientras estaba parado sobre un solar vacío, 'Recuerdo cuando esto no era más que un solar vacío', entonces describía el edificio que él quería que estuviera allí como si ya fuera sólido y real.” Luego la escena cambiaba y veía el edificio, ahora completo, erigido en donde sólo un momento antes no había más que un solar vacío. El abuelo estaba ahora de pie junto a su hijo y su nieto y decía: “Recuerdo cuando esto era un solar vacío.”

Este sueño me enseñó una maravillosa lección. Yo era el abuelo, el hijo y el nieto. Dependía de mí ahora transmitir este conocimiento a otras generaciones. Mientras te encuentras en un estado baldío puedes decir: “Recuerdo cuando esto era baldío.” Si era baldío, estás dando a entender que ya no es así. Entonces puedes – mediante el ejercicio de tu sentido interno de vista, oído, gusto, olfato y tacto – ocupar el estado y permitirle que se exteriorice para ti. Te digo, no importa lo que tienes o quien eres en este mundo, todas las cosas son posibles para ti cuando crees.

Puedes creer en uno o más de los noventa extraños llamados santos que ahora han sido degradados, pero si crees, ellos han servido a su propósito. Ahora, los que antes creían en iconos en el exterior deben dar la vuelta y aprender a creer en sí mismos. Ha llevado mucho tiempo, durante más de mil años los hombres han creído estas tonterías. Tú no tienes que cubrirte la cabeza nunca más para entrar en la iglesia – por tanto, ¿fue alguna vez necesario? No tienes que creer en San Cristóbal nunca más. Nunca fue necesario; pero el hombre, en su estado infantil, no podía creer en sí mismo, así que creó con sus manos humanas algo en lo que creer y su creencia se produjo ella misma. El icono no lo hizo por el individuo. Su creencia lo hizo por él.

Todas las cosas son posibles para el que cree y con Dios todas las cosas son posibles, por tanto, ¿no es Dios uno con el creyente? Su nombre por siempre y para siempre es “Yo Soy”. ¿No sabes que tú eres? ¿Sabiendo eso, no estás diciendo: “Yo soy”? Si tu nombre es Juan, debes ser consciente de ello antes de que puedas decir: “Yo soy Juan.” Yo digo: “Yo soy Neville.” Puede que no siempre diga “Yo soy” antes de decir “Neville”, pero soy consciente de ser Neville antes de decir la palabra. Le he dado a mi consciencia de ser un nombre. Ese nombre es Neville. No tengo que repetir las palabras “Yo soy” para definir aquello de lo que soy consciente; pero mi conciencia es Dios, el creyente, y no hay otro Dios.

Ahora, todas las cosas existen en la imaginación humana – no sólo las cosas buenas, sino todas las cosas. Escucha estas palabras del capítulo 32 del Libro del Deuteronomio: “Ved que yo, y sólo yo, soy él y no hay Dios fuera de mí. Yo mato y yo hago vivir, yo hiero y yo sano, y nadie puede librarse de mi mano.” ¿Quién puede matar sino Dios? Tú puedes decir: “Yo le maté”, pero ese es el nombre de Dios. Tu propia maravillosa imaginación humana tiene el poder de matar y hacer vivir, herir y sanar y no hay nadie que pueda librarse de tu mano, pues no hay Dios fuera de tu propia maravillosa imaginación humana.

Mientras estás sentado aquí tienes la capacidad de creer. Puedes creer en algo estúpido, pero tú crees [en ello] y tu creencia hará que funcione. Ese del que hablo como Dios es tu yo más fuerte, y sin embargo tu esclavo, para sus propios fines. Él te sirve tan indiferentemente y tan rápidamente tanto cuando tu voluntad es mala como cuando es buena. Lo hace evocando imágenes de bien y de mal igual que si fueran reales. Permitiéndote imaginar todo lo que tú desees, él lo proyecta sobre esta pantalla del espacio con el fin de que tú lo experimentes. Puedes moverte hacia ello tan natural y tan fácilmente que puedes olvidar el momento irreflexivo en el que la semilla fue plantada, y por lo tanto no reconocer tu propia cosecha.

El ser que tú realmente eres es el Dios de las Escrituras que es tu propia maravillosa imaginación humana. ¿Puedes marcharte de este auditorio esta noche con la profunda convicción de que eres lo que quieres ser? ¿Estás dispuesto a asumir sus alegrías y pesares? Tu asunción es tu apropiación subjetiva de un hecho objetivo. Eso es la fe y sin fe es imposible agradarle.

Esta noche, cuando yo abandone este edificio conduciré hasta casa con mi amigo. Mientras viajamos pasaremos por ciertas calles y veremos objetos familiares porque estaremos viajando con la vista. Pero cuando camino por fe mis pasos son invisibles, pues estaré caminando en la asunción de mi deseo cumplido. Pablo nos dice que “caminemos por fe y ya no más por vista”. Todos sabemos cómo es caminar por vista, pero ahora somos llamados a romper ese hechizo y caminar por fe.

Yo te digo que es posible ser cualquier cosa que quieras ser, ya que el creyente y el Dios del universo son uno. No te divorcies de Dios, pues Él es tu Yo Soydad. Cree en tu Yo Soydad, porque si no lo haces tú nunca cumplirás tu deseo. Sólo asumiendo que ya eres la persona que te gustaría ser lo lograrás. Es tan simple como eso.

No estoy diciendo que sea fácil, pero se vuelve más fácil con la práctica. Si le diera un Stradivarius a alguien que ha dominado el violín él podría elevarme a la enésima potencia de la alegría, pero si pusiera el mismo violín en las manos de alguien que no pudiera tocarlo, rápidamente me volvería loco. Es el mismo violín, sin embargo, uno produce armonía mientras que el otro produce disonancia. Tú matas y haces vivir con el mismo instrumento, que es tu propia maravillosa imaginación humana. Tú puedes crear muchas disonancias hasta que aprendes cómo tocar. Nosotros estamos aquí en este mundo de oscuridad educativa aprendiendo a tocar el instrumento que es Dios. Puede que no conozcas a nadie que te diera 10.000 dólares ahora mismo, pero si crees que todas las cosas son posibles para Dios y sabes que Dios es tu imaginación humana, tú puedes imaginar que tienes el dinero, persiste en tu creencia y lo tendrás. Cómo, no lo sé; yo sólo sé que de acuerdo a tu creencia te será hecho a ti.

¿Crees que todas las cosas son posibles para Dios? ¿Y crees que Él es tu propia maravillosa imaginación humana? Sabiendo que Dios es todo amor, y que tú eres capaz de imaginar cosas desagradables, puede que no creas que tu imaginación es Dios, pero si eso es cierto entonces Dios no es todopoderoso. Si tú puedes imaginar algo que Dios no puede, entonces tú le trasciendes. Si Dios toca sólo notas armoniosas y tú puedes tocar cuerdas que producen disonancia, así como armonía, entonces tú eres más grande que Él porque tú puedes hacer algo que Él no puede. Pero yo te digo: tu propia maravillosa imaginación humana mata y hace vivir, hiere y sana, pues todas las cosas salen de la imaginación humana. Mientras estás aprendiendo a usar y creer en tu imaginación humana puedes hacer vivir eso que no quieres. Puedes herirte a ti mismo en el proceso, pero lo que tú creas en tu imaginación puedes descrearlo.

Todo puede ser resuelto, aunque mientras estés aprendiendo cometas errores horribles. No te condenes por nada que alguna vez hayas hecho, estés haciendo o puedas hacer, mientras aprendes a tocar el instrumento que es Dios mismo y tu propia maravillosa imaginación humana, ya que no hay otro poder creativo.

Lo que ahora está probado fue una vez [algo] sólo imaginado. Mi sastre usa su imaginación para confeccionar mis trajes para mí. Ellos tienen que ser imaginados primero antes de cortar la tela. Mi sastre no coge sus tijeras y empieza a cortar la tela con la esperanza de que algo saldrá [de ahí]; él lo imagina primero. Y cuando me siento en el sillón de mi barbero, él ve lo que debería tener en mi cabeza en lugar de lo que está ahí. Todo debe ser imaginado primero antes de que pueda convertirse en un hecho, y esa capacidad de imaginar es Dios.

Ahora bien, tú no observas al imaginar cómo haces con los objetos en el espacio, porque tú eres la realidad que se llama imaginación. Puedes observar esta sala, que fue una vez sólo imaginada, pero no puedes observar el poder creativo que la concibió. Las cosas creadas se ven, pero tú – el creador – no eres visto, y nunca sabrás que eres Él, hasta que el hijo único de Dios, David, se plante delante de ti y te llame Padre. No todo el mundo aceptará este conocimiento, porque ellos preferirán tener sus pequeños iconos. Estoy bastante seguro de que esta actriz italiana que tuvo el accidente no estaría interesada en mis palabras ni en creerlas, y ella no está sola. Hay cientos de millones esta noche que no renunciarían a sus pequeñas medallas. Yo vi donde el cardenal McIntyre había puesto su sello de aprobación en el reverso de la medallita de San Cristóbal, dándole así su bendición. En un lado hay una cara que nunca existió y en el otro, un sacerdote de la iglesia da su aprobación. Qué tontería, sin embargo las medallas funcionan porque la gente cree que lo hacen.

Es hora de que el hombre deje de creer en algo afuera y empiece a creer en su imaginación humana. Es hora de desechar todos los iconos externos. “No harás imagen tallada de mí, ni tendrás otros dioses aparte de mí.” Puede que no tengas educación, ni dinero o bagaje social, y te resulte difícil creer en ti mismo; pero debido a que todas las cosas son posibles para el que cree, y con Dios todas las cosas son posibles, puedes salir de tus sentidos y creer que cualquier cosa exista. Pon a prueba tu imaginación, y si se demuestra en la práctica, ¿Qué importa lo que el mundo piense?

A través de la prueba yo he demostrado la imaginación. Le he descubierto y ahora comparto mis hallazgos con los demás. Él es llamado Felipe, el amante de los caballos, el símbolo de la mente. Sabiendo que Felipe ama aprender acerca de cómo funciona la mente, le digo que “He encontrado a aquel de quien Moisés y la ley y los profetas hablaron – Jesús, el Mesías. Yo te llevaré a él.” Tú estás aquí porque, como Felipe, deseas saber más sobre la mente y sus funciones. Yo puedo llevarte a Jesús diciéndote quién es él, pero no te lo puedo mostrar, pues él es invisible.

Tu YO SOYdad es él. Di: “Estoy seguro, soy rico, soy libre.” Esto puede no ser verdad en base a tus sentidos, pero yo simplemente te estoy pidiendo que digas las palabras, pues en el momento que lo hagas te estás apropiando subjetivamente la seguridad, la riqueza y la libertad. La razón tratará de apartar estas cosas de ti, así que te pido jugar a un pequeño juego conmigo. Sal por la puerta y camina como si fueras seguro, rico y libre. Duerme esta noche como si fuera cierto. Si lo haces, no te quedarás dormido viendo el mundo como hiciste anoche, lo verás de modo diferente. Si esta mañana alguien te dio un cheque por 20.000 dólares y lo depositaste en tu cuenta, serías 20.000 dólares más rico, por lo tanto tú no podrías dormir esta noche como lo hiciste antes. Ahora, sin esperar a que físicamente alguien te de el dinero, vete a la cama como si fuera verdad. Pon a Cristo a prueba extrema. Si todas las cosas son posibles para Dios y si todas las cosas son posibles para el que cree, ¿puedes creer? No te estoy diciendo que tendrás éxito la primera noche, ni incluso la segunda. Habiendo sido entrenado a aceptar sólo lo que tu razón y tus sentidos dictan, puede que te resulte difícil, casi imposible, creer que podrías creer – ¡pero puedes!

Esta mañana, mientras estaba regresando a este mundo me encontré con una escena de sombras de seres. El primero era ciego, incapaz de ver el mundo a su alrededor. El segundo veía, pero su visión era limitada. El tercero veía más que el segundo, y el cuarto podía ver, oír, y hacer más que el tercero. Me desperté, diciéndole a mi amigo Bob Crutcher: “Con tu talento para escribir, podrías escribir una película sobre esta serie de eventos. Si lo hicieras, recibirías 3.000 dólares por ello.”

Yo sabía que al igual que un actor me había identificado con cada ser de sombra que había visto. A pesar de las sombras, yo, el perceptor, había asumido uno detrás de otro hasta encontrarme limitado por el estado percibido. Cuando asumí el primero yo estaba totalmente ciego. Cuando asumí el segundo podía ver un poco, y en el tercero un poco más. Entonces me desperté instando a Bob a escribirlo, para mostrar cómo el hombre está restringido por lo que él está vistiendo.

Con el fin de interpretar un papel tú debes sentir el papel. Como el hombre ciego yo tenía que sentir el camino. Cuando me puse otra vestimenta yo podía ver y no tenía que sentir ya. Con cada vestimenta que llevaba, yo sentía cada vez más, y desperté instando a mi amigo a mostrar esto en forma de imagen con la esperanza de que aquellos que lo vieran entenderían que el hombre sólo está interpretando un papel. El papel no tiene por qué ser el que se le dio al nacer. Él puede escoger un papel y entrar en él en cualquier punto del tiempo.

Ahora mismo tú estás interpretando un papel. Si no te gusta puedes cambiarlo. Podrías interpretar el papel de un hombre más rico que el que tú eras hace veinticuatro horas. Es sólo un papel para que lo interpretes, si lo deseas.

Todo lo que te estoy diciendo es de la Biblia. “Yo mato y yo hago vivir. Yo hiero y yo sano, y no hay nadie que pueda librarse de mi mano. Yo, y sólo yo, soy él y no hay Dios fuera de mí. Yo soy el Señor tu Dios, el santo de Israel, tu Salvador y fuera de mí no hay salvador.” Estas son las palabras de Dios, reveladas a través de sus profetas de la antigüedad. Su profecía se cumple en el Nuevo Testamento así: “Cualquier cosa que desees, cree que la has recibido y la recibirás.” Así de fácil es como lo aplicas, pues una asunción, aunque sea falsa y negada por tus sentidos, si persistes en ella se solidificará en hechos.

Yo te lo estoy diciendo: tú eres Dios y nunca hubo otro. El ser en ti es Dios, y tú y yo somos uno, porque sólo hay un Dios. Finalmente sabrás que tú y yo somos uno, pues descubrirás que eres el padre de mi hijo, que sabrás que es tu hijo. De hecho, no será el hijo revelándote como el Padre, sino tú, el Padre, revelando a tu hijo.

Ahora entremos en el silencio.


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